Internacional

La heredera de Merkel, ante el reto de frenar el populismo y unir la CDU

  • ramp-Karrenbauer quiere desterrar el pseudónimo de la 'mini-Merkel'
Annegret Kramp-Karrenbauer junto a Angela Merkel

Cuando Angela Merkel decidió en febrero nombrar a Annegret Kramp-Karrenbauer como secretaria general de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), ya era consciente de que la reciente ola populista que se circunscribía en su país tendría consecuencias no remotas para su carrera política. No se equivocó. El 29 de octubre, tras sufrir la derrota de su formación en las regionales de Hesse, la canciller, en lo que fue una decisión sorprendente aunque no por ello poco meditada, decidió quedarse a un lado y anunciar que no se presentaría a la candidatura para liderar la CDU.

 Una retirada que, sin embargo, dejó bien hilvanada como se comprobó la semana pasada cuando, tras una votación bastante ajustada, la persona propuesta para continuar su legado político salió vencedora entre tres candidatos en una votación inédita desde 1971.

También conocida como AKK, Kramp-Karrenbauer se impuso a Friedrich Merz en una segunda votación muy dura por lo que, ante el rumbo a lo desconocido y el giro a la derecha que suponía su contrincante, se impuso el continuismo y la moderación. No obstante, y en la que fue su primera alocución tras ser nombrada presidenta, AKK dejó claro que impondrá su propio sello y con la que quiso desterrar el pseudónimo de la "mini Merkel" como desde un principio se refirió a ella la prensa alemana y en ese sentido, y como una prueba clara de su determinación de virar hacia posturas más tradicionales, una de sus primeras decisiones fue nombrar como nuevo secretario general al líder de las juventudes del partido, Paul Ziemiak.

Una señal que indica el viraje que se supone tomará a partir de ahora el partido y que apunta hacia una reconstrucción de su programa general. Kramp-Karrenbauer lleva meses recorriendo Alemania de un punto cardinal a otro y reuniéndose con las bases de la CDU para fomentar un diálogo desde abajo que suponga asimismo una ruptura con la filosofía más verticalista que, desde un principio, hizo gala la todavía hoy canciller.

Con todo, y a pesar del favor de su mentora política, todo apunta a que AKK no quiere ser el títere de nadie dentro de la formación. Con su liderazgo, la CDU aleja asimismo la eventualidad de unas elecciones anticipadas y una retirada prematura de Angela Merkel ya que, de sobra es sabido, que además de su apoyo existe una buena relación entre ellas.

Con todo, nadie obvia dentro de la formación conservadora, la necesidad imperiosa de AKK de impregnar una nueva unidad como el primero de sus objetivos. De ahí que muchos hayan visto en la elección de Ziemiak, un joven nacido en el oeste del país, una forma de contentar a los afiliados y delegados más tradicionales de la formación aunque, en una lectura paralela, otro sector ve en su designación una torpeza que podría repercutir en la falta de respaldo por parte del electorado del este del país, que podría echar en falta cierta idiosincrasia en un momento en el que la derecha populista acampa a sus anchas.

Tal y como sucedió con Merkel, la extrema derecha -representada en el país a través del partido Alternativa para Alemania (AfD)- será su principal enemigo. Por mucho que la líder opte por una derechización de su discurso, es la que menos podría perjudicar a la extrema derecha germana.

De hecho, y aunque es conocida por defender una posición más determinante que la de su antecesora en temas como la migración, su carácter sin embargo carece del talante necesario para poner freno a un electorado que no deja de sentirse atraído por los mensajes directos y sin paliativos que proclaman desde la bancada de AfD.

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