Internacional

El sistema multilateral se juega su pervivencia en el G20 de Argentina

  • El desencuentro entre EEUU y China puede romper la cooperación
Foto: Reuters.
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El Grupo de las 20 naciones más poderosas del planeta celebrará esta semana su décimo aniversario en un ambiente "bastante desolador", resumieron los presidentes de la Comisión Europea y el Consejo Europeo, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk. Y no solo porque Buenos Aires, la ciudad que acogerá a los principales líderes del planeta el viernes y el sábado, combina depresión y malestar por los tijeretazos del FMI y la cancelación en su terreno de la deseada final de la Copa Libertadores entre River y Boca.

El sistema multilateral se encuentra bajo una enorme presión por la guerra comercial iniciada por el presidente de EEUU, Donald Trump. El comercio internacional basado en reglas encara "una crisis profunda", destacaron Juncker y Tusk en una carta enviada esta semana a sus colegas europeos. "Encaramos un periodo en el que los riesgos significativos se están materializando y nubes más oscuras se avecinan", advirtió este miércoles la responsable del FMI, Christine Lagarde.

El anterior G20 celebrado en Hamburgo en julio del pasado año apenas sirvió para posponer unos meses la embestida arancelaria de la Casa Blanca contra sus socios. El encuentro de este año va camino de fracasar en impedir que EEUU y China crucen el Rubicón, cubriendo todos los bienes de su intercambio comercial con nuevas tasas.

Las diferencias entre las principales potencias económicas del planeta son demasiado grandes para que se resuelvan durante el esperado encuentro entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping. El director del Consejo de Asesores Económicos de Trump volvió a rebajar esta semana las expectativas. Para analistas y expertos una nueva escalada representaría la prueba definitiva de que el equipo de Trump no busca reducir su déficit comercial con el planeta, sobre todo con China (que supera los 500 mil millones de dólares), sino contener al gigante asiático, según resume la experta del centro de análisis Bruegel, Alicia García-Herrero.

El choque total entre Trump y Xi no solo daría una tajada importante al PIB mundial, acelerando el final del ciclo expansivo. También colocaría a Europa de nuevo en el centro de la diana de Trump.

La UE busca consensos

El diálogo comercial entre la UE y EEUU además atraviesa un momento crítico. Trump dio a los europeos hasta finales de este mes para lograr avances en el diálogo comercial que abrieron el pasado julio, incluyendo la reducción de aranceles de bienes industriales y sobre todo en armonización regulatoria. Pero este progreso resulta insuficiente a los ojos de Washington, según advirtió el pasado mes en Bruselas el Secretario de Comercio, Wilbur Ross. Si fracasa este diálogo, la Casa Blanca podría imponer aranceles adicionales a la industria del automóvil europea.

Juncker no aprovechará el G20 para intentar ganar tiempo con Trump. En su lugar, el presidente de la Comisión y Tusk tienen previstos encuentros con los líderes de Australia, India, Japón y Argentina. En un último intento por evitar que la guerra comercial termine por dar el toque de gracia al sistema multilateral, y en particular al G20, los europeos priorizarán desatascar la reforma de la OMC en el encuentro de Buenos Aires.

Washington no acepta la propuesta de la UE para reformar el órgano de apelación de la OMC

"Los antiguos compromisos del G20 de mantener los mercados abiertos, luchar contra el proteccionismo y apoyar el sistema comercial multilateral corren el riesgo de quedarse en palabras vacías", advirtieron Juncker y Tusk.

El objetivo: renovar la OMC para que ejerza mejor sus funciones de negociación, control, y arreglo de disputas. Sin embargo, las diferencias entre UE, EEUU y China continúan siendo enormes en este frente. Pekín sigue sin apenas ceder en el asunto de los subsidios o la transferencia forzosa de tecnología, parte del "casus belli" de la actual disputa comercial. Mientras, Washington no acepta la propuesta de un grupo de naciones liderado por la UE para reformar el órgano de apelación del tribunal de arbitraje, poniendo todo el sistema de la OMC al borde de una crisis institucional.

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