Internacional

La ultraderecha brasileña capitaliza el rechazo social a la corrupción

La campaña electoral en Brasil ha sido surrealista. El favorito es el ultraderechista Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal, excapitán del Ejército, con el 32 por cien de intención de voto. Sostiene que ha sido "llamado por Dios" y no aceptar una derrota. Sugiere que el Ejército podría actuar si fuera necesario. Hasta ahora siempre hubo consenso y nunca se ha visto a un candidato atreverse a tanto.

Le sigue Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, con el 23%. Cuenta con el apoyo del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil. Las encuestas indican que habrá segunda vuelta en la que Haddad derrotaría a Bolsonaro. La preparación técnica de Bolsonaro es muy pobre. Es la razón por la cual no asistió al debate de este jueves televisado por Globo pretextando estar recuperándose de las heridas recibidas en el ataque hace un mes en un acto de campaña. Los demás aspirantes le criticaron porque ya tiene el alta y además concedió otra entrevista el mismo día y la misma hora.

Bolsonaro ha sabido explotar de forma oportunista y demagógica el rechazo generalizado a la política, y el miedo generado por el desastre en la seguridad pública. Es quien mejor ha capturado el sentimiento antipolítico del "que se vayan todos" imperante después de Lava Jato. En una gigantesca movilización muchas mujeres se han pronunciado contra la candidatura de Bolsonaro: #EleNão (Él no), 'Vote por cualquiera menos por Bolsonaro'. Sin embargo, en los últimos días el extremista ha subido en los sondeos. Reina la euforia entre sus seguidores que han reforzado su táctica de campaña, a través de las redes sociales, lanzando burdos 'fake news'. Puede citarse un montaje en que la candidata a vicepresidente de Haddad, Manuela D'Avila, aparece con una camiseta donde está escrito "Jesucristo era travesti". O un supuesto tramo del programa de gobierno de Haddad en que se asegura que "los niños, a partir de la edad de cuatro años, serán entregados al Estado, que decidirá cuál será su género sexual".

Haddad, de habitual tranquilo, ha perdido la paciencia con las artimañas de su rival. Denuncia que es muy grave lo que está ocurriendo. Recomendó al exmilitar que se someta a un análisis psiquiátrico. La perplejidad entre sus simpatizantes es tal que la campaña del PT ha empezado a utilizar munición en principio destinada a ser usada en segunda vuelta. Es la que denuncia el extremismo irracional y la incongruencia de Bolsonaro. Hay grabaciones con expresiones misóginas, homófobas y racistas del ultraderechista. Declaraciones favorables a la dictadura, la tortura y la eliminación sumaria de los considerados enemigos de la patria.

En tercer lugar aparece el centro-izquierdista Ciro Gomes. Es muy difícil que en los últimos metros supere a Haddad para enfrentarse al candidato de la ultraderecha en segunda ronda. Hubo un intento fallido para que Geraldo Alckmin y Marina Silva -cuarto y quinto en los sondeos- desistieran para apoyar a Gomes. Lo cierto es que la turbulenta campaña electoral ha sumido al país en el caos. La sociedad brasileña siempre ha estado polarizada pero ahora los ánimos están muy exaltados. Impera la hostilidad y agresividad. Los bandos se acusan desde las trincheras ideológicas. La ultraderecha arremete contra el PT de querer convertir Brasil en una segunda Cuba. La formación izquierdista contraataca afirmando que Bolsonaro quiere reintroducir la dictadura militar.

Los candidatos a las elecciones en la primera ronda

Jair Bolsonaro (Partido Socio Liberal): Excapitán y diputado federal por Río de Janeiro desde 1991 se presenta como el único honesto que no ha caído en ninguno de los últimos escándalos de corrupción. Trae de vuelta los valores tradicionales: el orden, la autoridad, la familia, el esfuerzo. Seductor en cuestiones como la seguridad pública y el combate a la corrupción. Alardea de outsider antisistema y encarna la opción populista: fanfarrón, demagogo, homófobo, presenta soluciones fáciles a los problemas. Ejemplo su política de mano dura.

Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores): El candidato de Lula y el PT. Político joven con una buena trayectoria como ministro de Educación de 2005 a 2012. Fue un buen alcalde de São Paulo aunque perdió su reelección en 2016. Administrador serio y más bien centrista. Mantiene que la economía brasileña no necesita reformas estructurales y que solo hay que gastar más para reavivarla. Es probable, que de salir elegido, Haddad se desprenda del nuevo izquierdismo que exhibe en la actualidad el acorralado Partido de los Trabajadores.

Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista): Disputa su tercera elección presidencial. Este año se ha erigido como alternativa de la izquierda ante las dificultades de Lula. Jefe de una poderosa familia del estado de Ceará, fue alcalde, gobernador, diputado y dos veces ministro. Abogado temperamental conocido por su vehemencia y su lengua afilada. Su incontinencia verbal le ha valido la apertura de 70 procesos judiciales. Caudillo del nordeste, se ha concentrado en temas económicos, si bien carece de propuestas. Pese a los acercamientos al PT, terminó aislado.

Geraldo Alckmin (Partido de la Socialdemocracia): 65 años. Ex gobernador del estado de São Paulo y otro veterano de las disputas presidenciales. Discreto y poco carismático le persigue también la sospecha de la corrupción. Miembro fundador del Partido de la Social Democracia Brasileña junto al expresidente Fernando Henrique Cardoso se alió con partidos de centro y de derecha obteniendo el mayor tiempo de propaganda gratuita por televisión. Pero no ha conseguido despegar en los sondeos. Su base se ha ido erosionando, atraída en gran parte por Bolsonaro.

Marina Silva (Red de sostenibilidad): La ex ministra de Medio Ambiente disputa su tercera elección presidencial, esta vez con partido propio, Rede. Se presenta como la tercera vía que podría superar la división social. Dispone de pocos recursos. La debilita su confusa identidad y falta de posicionamiento. Es evangélica y progresista, características que muchos consideran contradictorias. Próxima a Lula defendió Lava Jato alejándose de sectores de izquierda críticos con la operación. Se define como candidata de la sostenibilidad.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky