Tanto el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como su ministra de Exteriores, Chrystia Freeland, la responsable de negociar la inclusión de este país en el nuevo tratado comercial ya alcanzado con México, siguen ganándose el título de personas non gratas en la Casa Blanca. Es por ello por lo que la canciller regresó a Ottawa el jueves con las manos vacías a medida que la carrera contrarreloj sigue su curso, con las miras puesta en el próximo 30 de septiembre.
Para entonces, la Administración del presidente Donald Trump deberán presentar el texto completo del acuerdo comercial ya logrado con el Gobierno saliente de Enrique Peña Nieto y al que Canadá todavía no tiene intención de sumarse.
"Me preocupa que la política canadiense está perdiendo el sentido común, porque hay un acuerdo muy bueno diseñado por México y EEUU para atraer a Canadá y no lo están apoyando y eso tiene a todo el mundo un poco desconcertado", dijo ayer Kevin Hassett, presidente del Consejo de Expertos Económicos de la Casa Blanca durante una entrevista concedida a Fox News.
Este funcionario advirtió que pese a las negociaciones siguen abiertas, la proximidad de la fecha límite podría forzar a Washington a seguir adelante sin su vecino del norte. "Esperamos que se sumen en el último minuto, pero si no lo hacen tendremos que mover ficha con México y arreglar el tema canadiense más tarde", aclaró.
A última hora del jueves, tras la ronda de negociaciones con Rorbert Lighthizer, el representante comercial de EEUU, en la capital estadounidense, Freeland usó un tono más sombrío y la elección de sus palabras indicó la difícil situación entre ambos países y dijo a los periodistas "Elegiré mis palabras con cuidado. Hemos debatido asuntos duros. La conversación ha sido constructiva".
Aún así, es importante recordar que en el Despacho Oval siguen más que indignados sobre la presencia de la canciller en una conferencia sobre tiranía político donde se comparó a Trump con el presidente sirio Bashar al-Assad. De momento, Freeland y Lighthizer siguen en contacto por correo electrónico y por teléfono y podrían volver a verse en las inmediaciones de la Asamblea General de la ONU la próxima semana.
Trump mantendrá diversas bilaterales, entre ellas con el presidente francés, Emmanuel Macron, pero no tiene agendado hacerlo con Trudeau.
Las negociaciones con China
El martes, el representante comercial de EEUU se reunirá con la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, y el ministro de comercio japonés, Hiroshige Seko, en Nueva York para analizar las prácticas comerciales chinas que perjudican a los trabajadores y las empresas de las tres áreas.
Para entonces, EEUU y China ya habrán abierto la caja de Pandora extendiendo su pulso arancelario a una gama de productos considerablemente amplia que llevará su disputa a una guerra comercial.
A partir del lunes, Washington implementará aranceles del 10 por ciento a una gama de productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares, con las miras puestas a incrementar el gravamen hasta el 25% a partir de 2019. Esto se suma a los gravámenes ya impuestos sobre el acero y el aluminio del gigante asiático y la tasa del 25 por ciento instaurada sobre otro catálogo de vienes por valor de 50.000 millones de dólares. Es decir, la mayor economía gravará 253.000 millones de dólares en importaciones del gigante asiático. China responde imponiendo aranceles de entre el 5 por ciento y el 25% a importaciones estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares. Esto se suma a los ya impuestos sobre 50.000 millones de bienes made in the USA que ya enfrentan una tasa china, lo que supone que la segunda mayor economía del mundo impone aranceles sobre el 85% de sus importaciones procedentes de EEUU.