Internacional

May busca consenso para negociar la relación 'post-Brexit'

  • El Gabinete que estudia el divorcio se reúne dos días
  • Se busca poder establecer una nueva fórmula comercial
La primera ministra británica, Theresa May. Foto: EFE

El Gobierno británico libra a partir de hoy la batalla más arriesgada hasta ahora en la campaña que culminará con la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Tras meses de ambigüedad, Theresa May reúne durante dos días al denominado Gabinete de Guerra del Brexit para establecer la fórmula comercial que regirá una vez fuera del mercado común y de la unión de aduanas.

Dada la división entre los ministros de más alto rango, el desafío más inmediato para May aparece en clave interna, ya que está obligada a aplacar las diferencias que amenazan con desalojarla del Número 10, pero el verdaderamente importante va más allá de su liderazgo e implica hallar un consenso mínimo que le permita transmitir a Bruselas un plan para la futura relación.

La primera ministra británica se había afiliado a la indeterminación para evitar romper el delicado equilibrio de fuerzas que separa al frente que apuesta por mantener lazos lo más estrechos posibles con el principal bloque comercial del mundo, destino actual de la mitad de las exportaciones británicas, y los eurófobos que persiguen la ambición soberanista de romper cualquier vínculo con el continente.

En consecuencia, y pese a que la respuesta más urgente que reclama la UE atañe a la transición que seguirá al 29 de marzo de 2019, el reto que determinará la prosperidad económica a largo plazo, afecta a la nueva relación y, en este apartado, Reino Unido no ha desvelado sus cartas. Como el negociador jefe comunitario recordaba esta misma semana ante el inicio oficial de las conversaciones en 2018, "no hay un minuto que perder". Además, ante la crucial reunión que arranca hoy, Michel Barnier aprovechó también para lanzar un claro mensaje a la facción antieuropea: abandonar la unión de aduanas implica "inevitablemente" barreras comerciales.

En este sentido, las propuestas avanzadas por Londres han generado más preguntas que respuestas. Un informe del pasado año planteaba dos opciones: un arreglo de aduanas que emplee tecnología avanzada para acelerar la gestión en las fronteras y lo que el Ejecutivo ha descrito como una "sociedad de aduanas", la solución de la que más se habla estos días al norte del Canal de la Mancha. Según lo anticipado, Reino Unido sería libre de negociar acuerdos comerciales con terceros, pero aceptaría la fórmula sin precedentes de copiar los requerimientos de la UE para las importaciones en las fronteras británicas.

De momento, Bruselas se ha mostrado más que escéptico ante la posibilidad práctica de una apuesta que llevaría a Londres a seleccionar qué le conviene, una línea roja que Europa ha marcado como innegociable. De ahí que en el continente esperen ansiosos por el veredicto que su futuro exsocio le comunicará, este viernes, aprovechando la negociación de esta semana. La orientación de la propuesta evidenciará de qué bando se va decantando una balanza que, en última instancia, deberá recabar el beneplácito de un Parlamento británico dominado por los partidarios de mantener la cercanía con Bruselas.

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