
Nunca antes en su historia Alemania había tardado tanto en formar gobierno. Los 86 días que necesitó el anterior Gabinete, tras las elecciones de 2013, se superaron hace ahora una semana y todo apunta a que los tres meses que distan desde las legislativas lleguen a duplicarse. Las previsiones más optimistas auguran que Berlín no verá un nuevo gobierno hasta finales de marzo.
Alemania recibirá el 2018 con un Ejecutivo en funciones y, aunque algunos analistas aseguran que la gobernabilidad del país sigue intacta, la incertidumbre comienza a fijarse en los andamios de la nación que hasta ahora era ejemplo del consenso en Europa. Una circunstancia que ha sorprendido a buena parte de la esfera política germana, a los medios e incluso a una sociedad que no acaba de entender por qué sus dirigentes tardan tanto en buscar un eje común.
El despiste llevó a muchos a buscar la raíz del asunto y a dilucidar que la ruptura de las negociaciones es solo un ejemplo más de que Alemania es también hoy un país fragmentado donde lograr consensos es difícil, pero no imposible. El país modelo y ancla de la estabilidad europea se enfrenta por primera vez en muchos años a una deriva en la que ya navegan muchos de sus vecinos europeos. Nunca antes el Parlamento alemán estuvo tan dividido, lo cual prevé situaciones complejas en el futuro aunque, para algunos analistas, este escenario revierte asimismo en la oportunidad de abrir nuevos debates en áreas como inmigración o medio ambiente.
Por el momento, los conservadores y los socialdemócratas se han dado hasta el 12 de enero para ver si es posible formar una coalición. Las primeras negociaciones exploratorias comenzarán el próximo día 7 y serán claves para saber si Alemania puede abandonar el callejón sin salida en el que se encuentra desde las legislativas. No hay buenos augurios ni tampoco cesan las voces que dan por seguro un nuevo fracaso. Desde la bancada socialdemócrata se acusa a los conservadores de una falta de concepto claro en cuanto a contenido y el grupo de la canciller teme que las condiciones que pueda exigir su contraparte sean inadmisibles a su perfil ideológico.
Una sensación que, a través de los medios, se ha trasmitido desde la esfera política a la opinión pública y así, según una encuesta del periódico Bild, la mayoría de los alemanes no confía en una reedición de la gran coalición. Con este escenario, una nueva cita con las urnas no es una opción totalmente descartada. De hecho, es la posiblidad que algunas primeras espadas del partido de Merkel consideran como más que probable lo que sin duda beneficiaría, aún más, al ultraderechista Alternativa para Alemania.