
Salah Abdeslam es el único miembro de los comandos yihadistas que actuaron el 13 de noviembre de 2015 en París que sigue vivo. Es el detenido más vigilado del país. Sin soltar ni una sola palabra desde su traslado a Francia en abril de 2016, este belga de origen marroquí es el sospechoso clave de los atentados. Por el momento se ha negado a responder a las preguntas de las autoridades y además sus vigilantes dicen que han detectado "paranoia".
Su rostro llenó las portadas de la prensa de todo el mundo durante su huida de 126 días, antes de ser arrestado el 18 de marzo de 2016 en Molenbeek, un barrio pobre de Bruselas. Encarcelado en la mayor prisión de Europa, al sur de París, en Fleury-Mérogis, fue acusado principalmente por asesinatos terroristas.
A sus 28 años, Salah Abdeslam sigue siendo un enigma, que alimenta con su rechazo a responder a las preguntas de los investigadores. Hace un año, sus abogados, el francés Frank Berton y el belga Sven Mary, acabaron por renunciar a defenderlo a causa de ello.
Por su presunta participación en el alquiler de vehículos y de matrículas y en el transporte de miembros de la célula yihadista por toda Europa, Abdeslam se perfila como un eslabón esencial en la preparación y realización de los atentados del 13 de noviembre en París, que dejaron 130 muertos y cientos de heridos y de los cuales este lunes se cumplieron dos años.
En su último interrogatorio, el 27 de abril, se atrincheró de nuevo en su silencio, mientras que siguen quedando dudas sobre su papel en la noche del 13 de noviembre de 2015. Su cinturón de explosivos fue encontrado en Montrouge, cerca de París, unos días después. ¿Rechazó activarlo, como dijo a sus allegados antes de su arresto, o era defectuoso, como parece probar la investigación?
"Está forjándose un personaje de héroe negro", declara a AFP Gérard Chemla, abogado de las partes civiles. Hasta el punto de haber recibido en prisión cartas enviadas por ciudadanos anónimos en las que le alaban y a las que ha contestado.
Riesgo de suicidio
Fue colocado en régimen de aislamiento y una cámara instalada en su celda lo vigila las 24 horas del día, aunque sus condiciones de detención se suavizaron recientemente. La ministra de Justicia francesa, Nicole Belloubet, explica que las autoridades quieren evitar a toda costa que Salah Abdeslam "zozobre en un trastorno psicológico profundo". "Nuestra obsesión es que pueda estar presente en su proceso", agregó.
Además, existe el temor de que el prisionero intente suicidarse. Los vigilantes penitenciarios afirman que en los últimos meses han detectado "paranoia" y "postración" de Abdeslam. Esta perspectiva también es valorada por los familiares de las víctimas y sus abogados.
De momento, Salah Abdeslam será juzgado en diciembre en Bélgica por "intento de asesinato en un contexto terrorista contra varios policías", tras el tiroteo en Forest (periferia sur de Bruselas) el 15 de marzo de 2016, tres días antes de su arresto.
Contra todo pronóstico, sí ha mostrado su compromiso a comparecer en este proceso. Bélgica pidió oficialmente a Francia que le entregue al detenido para poder juzgarlo en la capital belga. Se espera que el tribunal de apelación de París conteste dentro de poco, tras lo cual -en caso de respuesta afirmativa- se tendrán que fijar las condiciones y modalidades exactas de su traslado.
Sin embargo, nada garantiza que Salah Abdeslam vaya a cooperar más en Bélgica y algunos abogados de las partes civiles temen que intente aprovecharse para eludir a la Justicia francesa. "Las víctimas tienen ese temor: ¿por qué este tipo, que en Francia no le responde al juez, exige ser llevado a Bélgica para su proceso? No hay ninguna razón de más para que colabore en el proceso en Bélgica y no en Francia. Cabe preguntarse si no se trata de un intento de escapar a las autoridades francesas", recalca Chemla.