
En el reino de los foodies, ningún plato está libre de ser fotografiado y subido a Instagram, red social que se ha convertido en el álbum de comida por excelencia. Y los restaurantes lo saben. Por eso, algunos ya piensan en aprovechar el tirón para que la publicidad gratis que camufla esta moda además de gratis sea de calidad.
Es el caso de Dirty Bones en Londres. El restaurante ofrece a los comensales un kit de fotografía para que los bodegones que serán compartidos -y que mostrarán por el mundo el buen hacer del lugar- salgan a la perfección, algo que les favorecerá a nivel empresarial cuando la imagen compartida incluya el nombre del lugar donde fue tomada.
Para asegurar el mejor click -y buscar nuevos clientes- el local ofrece al usuario una luz LED portátil, una lente gran angular adaptable, un multicargador y minitrípode de mesa. Y a dar rienda suelta al #foodporn.
La estrategia que estrena el Dirty Bones busca que el plato que llama la atención al comensal -requisito básico para querer sacarle una foto- lo haga también a quien observe la foto. Por eso, además de esos artilugios, el restaurante ha diseñado su menú pensando en Instagram, asegura en un comunicado.
Tacos de Pescado, Mac Daddy Burger y bolas de Cheeseburger... "El menú de Dirty Bones también ha sido conformado para ofrecer contenido perfecto para compartir la imagen", confirma el propio local.