Los precios de la vivienda llevan subiendo de forma más o menos regular en EEUU desde hace una década, pero la crisis del covid ha dado más combustible a unos valores que siguen acelerándose y que están empezando a alarmar a los analistas. El ritmo al que crecen los precios ya está a punto de tocar máximos desde la burbuja financiera, y los analistas temen que la situación empeore en otoño.
Los datos interanuales de enero, publicados este martes, despertaron las alarmas. El índice S&P CoreLogic Case-Shiller, que mide los precios de las principales ciudades de EEUU, registró un aumento del 11,2%, por encima del 10,4% del pasado diciembre, unas cifras que no se veían desde febrero de 2006, cuando la burbuja inmobiliaria ya estaba empezando a dar señales de peligro inminente. El incremento mensual de los costes de compra fue del 1,2%, superior a la media de los últimos doce meses, lo que indica que el ritmo no se está frenando aún. De hecho, es el octavo mes consecutivo de alzas, según este índice de la agencia S&P. Por su parte, la Agencia Financiera Federal de la Vivienda estimó un crecimiento del 12%, aún mayor.
Una tormenta perfecta
Las causas de este aumento llevan sobre la mesa desde hace meses. El confinamiento en muchas partes de EEUU y el aumento del desempleo han reducido la movilidad de los ciudadanos, lo que se ha traducido en menos mudanzas, menos viviendas a la venta y un aumento de las pujas por hacerse con las pocas casas que salen al mercado. A eso se suman los bajos tipos de interés, que animan a comprar, y la falta de construcción en la mayoría de grandes ciudades por las leyes tan restrictivas con la obra nueva.
El resultado de este cóctel tan peligroso ha sido un alza sostenida que preocupa a los analistas. Según Danielle Halle, de Realtor.com, "Esperamos que los precios se moderen cuando salgan más viviendas a la venta en primavera, pero los compradores se enfrentarán a problemas en otoño". En su opinión, es posible que "algunos compradores de vivienda se verán obligados a reducir su presupuesto para la propiedad que desean comprar o salir del mercado por completo si los precios ya no están dentro de sus posibilidades".
El peligro puede venir el año que viene, cuando la mezcla de estímulos, vuelta a la normalidad y ahorros forzados acumulados por los ciudadanos durante este tiempo añada más madera al fuego. Los intereses de las hipotecas han llegado ya al 3%, y pueden aumentar rápidamente si la Fed retira las inyecciones de liquidez a los bancos o si sube los tipos.
En la cabeza de todo el mundo está el riesgo de una nueva burbuja como la de 2006. Un nuevo shock a la economía sería difícil de digerir tras el caos financiero y monetario provocado por las respuestas a la pandemia. Pero, incluso aunque no llegue a ese punto, la posibilidad de un aumento de la inflación impulsado por el coste de la vivienda ya hace temblar a muchos analistas. La brigada de bomberos económica en la que se han convertido los bancos centrales tiene una nueva tarea.