
El coronavirus está amenazando a altos cargos políticos de medio mundo. El presidente de Irán, Hasán Rohaní, ha dado positivo en el test del virus. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, está en cuarentena después de que su mujer confirmara su contagio. Y en España, dos ministras -Irene Montero y Carolina Darias- están ya en la lista, junto al líder de Vox, Santiago Abascal. Y en Estados Unidos, las miradas están puestas en una persona: el presidente, Donald Trump, que lleva dos semanas rodeándose de infectados y sospechosos, y que se niega a hacerse una prueba para comprobar si está infectado.
Trump es famoso por tener fobia a los gérmenes, pero en los últimos días, no parece haber tenido muchos problemas en dar la mano a sus seguidores en Florida, antes de ir a su mansión en Mar a Lago a reunirse con, entre otros, el responsable de comunicación del presidente brasileño, Jaír Bolsonaro, que dio positivo en el virus. El propio Bolsonaro, que cenó con Trump, ha dicho que ha dado negativo en las pruebas, pero varias personas que estuvieron reunidas con él durante su viaje, como el alcalde de Miami, han resultado contagiadas.
Pero el círculo de sospechosos que han rodeado a Trump va más allá. A finales de febrero, un afectado asistió a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC en inglés) y allí tuvo contacto con dos diputados republicanos que dieron la mano a Trump -Doug Collins- e incluso viajaron en el Air Force One y en 'La Bestia', el coche personal del presidente -Matt Gaetz-. Ambos diputados están en cuarentena voluntaria. A eso se le suma que el nuevo jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, se puso tres días en aislamiento domiciliario antes de sumarse al equipo de la Casa Blanca, por precaución, tras asistir al encuentro.
Y la nube de contactos no queda ahí. Su hija Ivanka, una de las asesoras más cercanas de Trump, estuvo en una reunión de trabajo con el ministro del Interior australiano, que ha dado positivo. A ese encuentro también asistió el equivalente al ministro de Justicia estadounidense, William Barr. Ninguno de ellos, ni tampoco el vicepresidente, Mike Pence, han realizado pruebas hasta el momento.
Por si fuera poco, a principios de mes, Abascal hizo un viaje a Washington y se encontró con varios senadores republicanos, entre ellos Ted Cruz (Texas) y Ron Johnson (Wisconsin), que han decidido ponerse en cuarentena, aunque nadie sabe si el líder de Vox estaba contagiado entonces o si la transmisión se produjo en el evento de Vistalegre, después de volver a España. Lo único que sabemos es que Trump está jugando muchas papeletas, y que su mayor esperanza es que de verdad se lave y desinfecte las manos tan compulsivamente como dice su leyenda.