El Reino Unido dejará de ser un Estado miembro de la UE a partir del viernes a las 11 de la noche, hora local. Pero hasta el próximo 31 de diciembre, el país continuará en una especie de limbo normativo, bajo el paraguas de la ley comunitaria para evitar una ruptura traumática, pero sin los derechos de la pertenencia. En estos meses deberá negociar su futura relación con sus antiguos 27 socios. Un proceso que se prevé muy complicado no solo por los roces entre Londres y Bruselas, sino también por las diferentes prioridades de los socios comunitarios.
Negociación contrarreloj
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha insistido en que no solicitará una extensión del periodo de transición, ya que durante estos meses está bajo la disciplina de la ley comunitaria sin tener voz en las discusiones, y además debe contribuir a las arcas de la UE. Por lo tanto, el acuerdo 'básico' de la futura relación se tendrá que negociar en nueve meses. Esto es porque el mandato negociador por parte de la UE se espera que sea adoptado por los países a finales de febrero, y las negociaciones deberían concluirse como máximo a finales de octubre, o principios de noviembre, para dejar tiempo para la ratificación parlamentaria. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, explicó este miércoles a los Estados miembros que su intención es negociar en ciclos de tres semanas para mantener el ritmo: la primera semana se dedicaría a preparativos, la segunda a las propias negociaciones, y la tercera a explicar los resultados a los países, los eurodiputados y parlamentos nacionales.
La unidad europea a prueba
El lunes, la Comisión presentará el borrador del mandato negociador. La base es la declaración política sobre la futura relación con el Reino Unido, aprobada por los líderes el pasado octubre. En ella se aspira a cimentar una relación ambiciosa entre Londres y Bruselas, e incluía un amplio abanico de áreas. Dado el escaso tiempo, los socios tendrán que priorizar los sectores en los que una salida sin un nuevo acuerdo sería más doloroso. Fuentes europeas explican que la selección ocurrirá sobre todo a partir de junio, una vez quede confirmado que Johnson no solicitará una extensión del periodo de transición. A partir de ese momento, la unidad que mantuvieron los 27 durante el divorcio se pondrá a prueba al negociar la futura relación, no solo por los términos, sino por las áreas que priorizar. Los servicios probablemente quedarán fuera en esta primera fase, a pesar de que España quería su inclusión por el superávit que tiene con Londres en este campo gracias al turismo.
Qué tipo de acuerdo
Horas antes de que el Parlamento Europeo ratificara el acuerdo de salida este miércoles, el colegio de comisarios discutió los borradores de los mandatos negociadores para la futura relación. La base legislativa es el artículo 217, la misma que se utilizó para los acuerdos de asociación con Mercosur o Ucrania. Posteriormente, Barnier explicó a los representantes de los Estados miembros sus planes para la negociación, que incluirá tres partes: economía, seguridad y asuntos de gobernanza.
Igualdad de condiciones
Esta es la gran preocupación para los europeos. La vicepresidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, reiteró en la Eurocámara la oferta de la UE para las islas respecto al acuerdo económico: un acceso al mercado común sin aranceles ni cuotas. Eso sí, la "condición previa" es el alineamiento regulatorio entre ambas orillas del Canal de la Mancha. Esto es, cuanto más se separe Londres de las directivas europeas de las que parte, rebajando su normativa laboral, medioambiental o de ayudas de estado, o más ventajas fiscales ofrezca, más se le restringirá el acceso al mercado común. "Ciertamente, no expondremos a nuestras compañías a una competencia injusta", subrayó. Uno de los puntos más conflictivos serán las ayudas de Estado, ya que la UE quiere que el Reino Unido continúe aplicando las futuras decisiones comunitarias en esta materia incluso tras el Brexit. Encajaría dentro de lo que algunos han denominado un alineamiento "dinámico" entre ambas orillas.
Pesca por Finanzas
La UE priorizará la pesca dado que sería uno de los sectores más afectados sin acuerdo, al no tener ningún acuerdo internacional más amplio que pudiera servir de base. El acceso a las aguas británicas resulta crucial para una decena de países, entre ellos Francia. Este interés probablemente será utilizado por el Reino Unido para conseguir un acuerdo en materia de servicios financieros. Aunque las firmas británicas perderán el acceso libre para operar en el mercado interior que les ofrecía el llamado "pasaporte" europeo, quieren mantener una relación lo más cercana con el marco financiero de la UE. El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, recordó al Reino Unido en una entrevista reciente el probable intercambio de cromos. "Puede que tengas que hacer concesiones en áreas como la pesca para conseguir concesiones en áreas como los servicios financieros", señaló a la BBC.
Mecanismos de disputa
La gobernanza del acuerdo y cómo se resuelven las diferencias será otro punto de fricción. De momento, Barnier ha dicho que quiere un acuerdo de gobernanza único, y no una ristra de pactos menores como los que tiene la UE con Suiza que complican la relación. El acuerdo de salida ya contaba con su propio organismo para asegurar la correcta aplicación. De hecho, Barnier ha advertido que la buena aplicación de los términos del divorcio es importante para que se genere la confianza necesaria en la negociación de la futura relación.
Seguridad y relaciones exteriores
Aunque no habrá ningún dosier sencillo durante la negociación, probablemente este bloque sea en el que ambas partes más interés tienen en mantener una cooperación cercana, como así lo han expresado. La declaración política prevé una "estrecha" cooperación policial, una relación en materia de exteriores "ambiciosa, cercana y duradera".