
Ha llegado el primero de los días decisivos en el proceso de destitución del presidente de EEUU, Donald Trump. La Cámara de Representantes debate este miércoles la imputación formal del magnate por los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso, por el escándalo del chantaje al presidente de Ucrania y el bloqueo a la investigación subsiguiente. La pregunta será si la votación será hoy o el jueves, porque el debate debe durar 6 horas y los republicanos ya han prometido usar todas las tácticas posibles de filibusterismo para retrasar los procedimientos al máximo.
El resultado de la votación está ya cantado: Trump perderá ante la mayoría de los demócratas en la Cámara Baja. Tan solo un miembro de las filas opositoras al presidente, el diputado Jeff Van Drew -que nadie sabe a qué partido pertenecerá esta tarde- ha confirmado que votará en contra, aunque podría sumarse uno más. Enfrente, todos los republicanos rechazarán la imputación a su líder, salvo, de nuevo, uno de ellos, Justin Amash, que rompió el carné de su partido por su descontento con Trump. Si no hay una sorpresa mayúscula, el resultado será de 232 o 233 votos a favor de la imputación y 198 o 199 en contra, quizá quitando algunas abstenciones de diputados ausentes en ambos bandos.
Pero que todo el mundo sepa ya de antemano el resultado no significa que la sesión vaya a transcurrir con normalidad. Los republicanos han prometido usar todas las tácticas dilatorias posibles para ralentizar el proceso al máximo como protesta por lo que el propio Trump calificó, en una carta a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de "cada de brujas". Para ello, han presentado una batería de mociones para suspender la sesión, censurar al responsable de la investigación a Trump y otros movimientos destinados al fracaso pero que permitirán arañar medias horas al reloj. En total, los prolegómenos se extendieron dos horas, con tres votaciones entre medias.
Pelosi respondió abriendo el debate. "Es un hecho demostrado que el presidente usó los poderes de su presidencia para obtener beneficios propios a costa de la seguridad nacional de los EEUU. Con esto pone en peligro la integridad de nuestras elecciones. Es profundamente corrosivo permitir que un presidente pida la intervención extranjera sobre nuestro sistema", afirmó. "Nunca antes en la historia de nuestra nación hemos visto a un presidente afirmar que está por encima de la ley. 'El Artículo II de la Constitución dice que puedo hacer lo que quiera', dijo Trump. No, no dice eso", explicó Pelosi. Y por eso, "usaremos el poder solemne del 'impeachment', creado para evitar que un presidente use cualqueir mecanismo para asegurar su reelección", concluyó.
El debate propiamente dicho comenzó a mediodía (18.00 hora de España peninsular), las seis horas de duración son relativas: ni la presidenta Pelosi ni los líderes parlamentarios de ambos partidos tienen límite de tiempo a la hora de hablar, ni estarán incluidos en las seis horas en cuestión. Así que el portavoz republicano, Kevin McCarthy, podrá hablar durante horas, si así lo desea, para extender al infinito la duración de la sesión. Nadie descarta que la votación propiamente dicha se acabe celebrando el jueves.
¿Y después qué?
Una vez aprobado, el proceso pasaría al Senado -en el que los republicanos tienen mayoría- que celebraría el juicio a Trump, supervisado por el presidente del Supremo estadounidense, John Roberts. Si dos tercios de los senadores votaran a favor de declararle culpable, Trump sería destituido y el vicepresidente, Mike Pence, se mudaría a la Casa Blanca.
Sin embargo, las posibilidades de tal suceso parecen remotas. El presidente del Senado, el republicano Mitch McConnell, se declaró ayer "parcial" a favor de Trump y dijo que no apoyará realizar interrogatorios a testigos que puedan demostrar la culpabilidad del presidente. Aun así, todo depende de que cuatro senadores de su partido apuesten por celebrar un juicio de la forma más imparcial posible en vez de ir de cabeza a absolver a Trump.
De todas formas, sea el proceso abiertamente partidista o más profesional, es prácticamente imposible que 20 republicanos rompan filas y voten en contra de su líder. La pregunta del millón será si el proceso dañará políticamente al partido de Trump, por "defender a su líder a toda costa ante unos actos claramente ilegales", o a los demócratas, por "buscar la destitución del presidente desesperadamente y sin motivos", según los argumentos del otro bando.