
La industria de la construcción en España enfrenta un desafío monumental: la escasez crónica de mano de obra. Paradójicamente, este escenario de falta de fuerza laboral cualificada para afrontar el reto de los fondos europeos o del imponente despliegue de vivienda que se quiere construir para desbloquear el acceso a las familias españolas, se produce en uno de los sectores donde las empresas españolas son punteras y destacan por la construcción de infraestructuras a nivel global.
No es ninguna novedad, pues el sector viene reclamando intensamente la necesidad de atraer a trabajadores, especialmente jóvenes para renovar las plantillas y mujeres para feminizar la profesión. La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) ha levantado la voz en varias ocasiones, alertando sobre la alarmante carencia de unos 700.000 trabajadores en el sector. En la actualidad, esta industria cuenta con 1,4 millones de empleados, 400.000 de ellos por cuenta propia.
Esta preocupación no solo se fundamenta en la necesidad de afrontar la inminente llegada de los fondos europeos del programa Next Generation EU, sino también en la urgente demanda para abordar el problema de la vivienda en el país. No es para menos: el sector de la construcción espera canalizar el 70% del dinero europeo, pero lo hace sin las garantías de poder abordar el reto.
"El sector de la construcción llegó a tener 2,8 millones de trabajadores antes de la crisis financiera y caímos a 700.000 trabajadores. La crisis afectó al sector y trasladó una imagen distorsionada, que es lo que nos ha afectado para el relevo generacional y la falta de personal", explicaba en una entrevista el presidente de la CNC, Pedro Fernández Alén.
¿Qué trabajadores faltan? Encofradores, ferrallistas, oficiales de ladrillo de cara vista, soladores, alicatadores, colocadores de placa de cartón-yeso, montadores de fachada ventilada, gruistas y encargados de obra, según la rama empresarial. Adecco añade también a albañiles, capataces, carpinteros, especialistas en trabajos verticales y operarios de hormigón dentro de esta negra lista.
Una de las características más preocupantes de esta escasez laboral es el perfil demográfico de la fuerza laboral existente en el sector: muy envejecido. Echar una vista a las aulas tampoco ayuda, pues los grados de formación profesional que orientan a los alumnos al sector de la construcción tienen la mitad de alumnos que antes del boom financiero. Con una edad media que roza los 50 años, la construcción se encuentra en una encrucijada generacional.
Este panorama resulta especialmente inquietante entre los albañiles, quienes enfrentan cargas físicas intensas en su trabajo diario y son quienes más se juegan la piel. La falta de relevo generacional y el envejecimiento de la plantilla plantean una amenaza significativa para la sostenibilidad y el desarrollo futuro del sector.
La importancia de abordar esta crisis de mano de obra no puede subestimarse. La llegada de los fondos de la Unión Europea representa una oportunidad única para impulsar la economía española y avanzar en la construcción de una infraestructura moderna y sostenible. Coincide, además, con un trienio dorado de licitación y obras públicas destinadas a infraestructuras que beneficia a la actividad del sector. Sin embargo, la falta de trabajadores capacitados y la necesidad de formar y atraer mano de obra -incluso del extranjero- obstaculiza seriamente la capacidad del sector para capitalizar estos recursos y ejecutar proyectos de manera eficiente y oportuna.
No solo hablamos de las grandes obras que copan los titulares, también de rehabilitación y regeneración urbana. Son reformas y adaptaciones de vivienda a la eficiencia energética lo que concentra el grueso de la actividad, según el presidente de la patronal. "Tiene que ponerse en marcha una medida de manera inmediata para poder suplir esta falta de mano de obra, la necesidad de personal cualificado es importantísima", admite.
Diferentes vías de atracción
Los empresarios son conscientes del déficit de trabajadores y buscan soluciones, y no todas ellas están dentro de nuestras fronteras. La contratación en origen a través de corredores o acuerdos internacionales es una medida que no tiene acogida en el ala de Sumar, en Trabajo, ni tampoco en los sindicatos, aunque los empresarios sí lo consideran una opción interesante e importante.
Otra alternativa para atraer empleados es el arraigo mediante la formación: consiste en reconocer a trabajadores que se encuentran en situación irregular pero que tienen una vinculación significativa con España, regularizando su situación. Desde la CNC trasladan que están en conversaciones con el Ministerio de Educación para reducir la duración de los programas formativos, "los cuales actualmente son excesivamente extensos", pasando de 600 a 900 horas a un rango de 30 a 60 horas.
Los empresarios defienden que el sector ha cambiado: ya no es sólo un trabajo de andamio, yeso y sudor. También ha evolucionado hacia una mano de obra más cualificada y técnica. Por eso intentan atraer a jóvenes o parados a un trabajo de lunes a viernes y con un sueldo que ronda la media nacional. Un llamamiento urgente para afrontar una etapa clave de inversión y desarrollo económico en España.