
La economía de España se ha convertido en los últimos añosen la locomotora de Europa. El crecimiento del PIB agregado supera con creces la media del euro y, sobre todo, al del resto de grandes economías del bloque (Francia, Alemania e Italia). Gran parte de este crecimiento es producto del aumento de la población (por la llegada de extranjeros) y de la fuerte creación de empleo, un crecimiento extensivo que ha suscitado algunas críticas porque no termina de mejorar de forma notable y tangible la vida de los hogares. Sin embargo, hay otros factores que aún se encuentran en una fase inicial que podrían revelar que la economía nacional está logrando cierta diversificación y especialización en sectores que generan un elevado valor añadido (las exportaciones de bienes de España están poco a poco siendo cada vez más sofisticadas) y que pueden ayudar a hacer sostenible y más intensivo ese crecimiento. Esto es lo que está sucediendo con la industria farmacéutica, donde España se está haciendo poco a poco un hueco entre los grandes. Tal es la situación que hasta el gasto en inversión y desarrollo parece despertar, poco a poco en España, la gran asignatura pendiente.
En un momento en el que gran parte de Europa parece desorientada ante los vaivenes del comercio global y la pujanza de Asia y Estados Unidos, España está emergiendo como una inesperada, pero sólida potencia farmacéutica. Mientras países como Reino Unido pierden atractivo para las grandes farmacéuticas, e incluso son calificados como "inviables" por el sector, España está captando inversiones a través de una receta sencilla: ofrecer a las empresas lo que buscan. Esa mezcla de incentivos fiscales generosos, agilidad administrativa y calidad científica a precios competitivos ha posicionado a nuestro país en la vanguardia de la investigación médica.
Según publica la agencia Bloomberg, España se ha convertido en el líder europeo en ensayos clínicos comerciales de la industria farmacéutica general, y ocupa el cuarto lugar a nivel mundial, solo por detrás de Estados Unidos, China y Japón. El secreto de este éxito reside, en gran parte, en el papel protagonista que juegan Madrid y Barcelona como núcleos de investigación biomédica. AstraZeneca, Novartis, Roche y otras grandes firmas han intensificado su presencia en nuestro país, atraídas por un ecosistema de salud sólido y por la implicación activa del Gobierno y los entes locales.
Barcelona se convierte en el epicentro
Barcelona ha sido el epicentro de esta transformación. AstraZeneca eligió la ciudad catalana para instalar su nuevo centro de investigación en enfermedades raras, inicialmente con una inversión de 800 millones de euros y 1.000 empleos previstos. En solo un año, ya había duplicado ambos objetivos. "España se ha convertido en un mercado clave para AstraZeneca a nivel global y dentro de Europa", aseguró Rick R. Suarez, presidente de la farmacéutica en España, quien elogió la "colaboración público-privada" como un verdadero "cambio de juego".
La implicación de las administraciones locales ha sido fundamental. Bloomberg recoge testimonios que destacan cómo el Ayuntamiento de Barcelona ofrece ayuda y asesoramiento a los nuevos empleados extranjeros a encontrar vivienda, acceder al sistema sanitario e incluso obtener el carnet de conducir. Este tipo de respaldo institucional ha hecho que incluso Sanofi se esté planteando abrir un centro de investigación en la ciudad.
Deducciones en I+D, la clave
El Gobierno de España ha apostado con claridad por consolidar esta posición. A principios de este año convocó en La Moncloa a los directivos de compañías como Johnson & Johnson, Sanofi, Daiichi Sankyo o Eli Lilly para afianzar el compromiso del país con la innovación biomédica. Las cifras respaldan este impulso: España ha incrementado su inversión en I+D un 50% entre 2017 y 2023 (ya roza el 1,5% del PIB), aunque todavía queda margen para igualar el esfuerzo relativo de Alemania, Dinamarca o el Reino Unido.
Uno de los principales factores que seduce a las farmacéuticas es el marco fiscal. España ofrece deducciones del 33% para grandes empresas en actividades de I+D, muy por encima de la media europea del 15%, según la Tax Foundation Europe. Además, figuras como la "ley Beckham" permiten que los trabajadores extranjeros tributen menos durante un periodo determinado, lo que incentiva la llegada de talento.
Desde la perspectiva de las pequeñas compañías, el apoyo también es tangible. Agnès Arbat, consejera delegada de Oxolife, especializada en fertilidad, explica a Bloomberg que las ayudas gubernamentales representan hasta el 50% de su financiación. Y lo más importante: España es mucho más competitiva en costes que Alemania o Francia.
Por delante de Francia y Alemania
Este entorno favorable ha hecho que España se haya convertido también en el líder europeo en ensayos clínicos de oncología. Desde 2018, ha acogido más de 440 estudios, muy por delante de Francia o Alemania. El país fue además el primero en adoptar la nueva directiva europea sobre ensayos clínicos, lo que reduce los tiempos de aprobación a solo tres o cuatro meses, frente a los seis habituales en otros países.
No todo es perfecto. Como señala Bloomberg, uno de los principales desafíos sigue siendo la lenta adopción de medicamentos ya aprobados, que a veces no están disponibles fuera de los ensayos por cuestiones presupuestarias. "Si participas en un ensayo, recibirás el tratamiento más avanzado", explican, "pero si vas a una consulta normal, puede que ese fármaco aún no tenga precio de reembolso". El Gobierno ha prometido acelerar estos procesos.
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, subraya en declaraciones a Bloomberg que la fortaleza del sistema público de salud español —uno de los más integrados de Europa pese a su gestión descentralizada— es clave para el atractivo del país. "España no es un país de márgenes altos, pero sí de mucho volumen", sostiene. Esto coloca a las farmacéuticas en una posición estratégica y da al Estado capacidad de negociación.
El futuro está lleno de incógnitas, con China avanzando rápidamente y las amenazas comerciales de Trump acechando. AstraZeneca, sin ir más lejos, acaba de anunciar un centro de investigación de 2.500 millones de dólares en Pekín. Pero si España quiere mantenerse en esta carrera, deberá seguir apostando por la ciencia, la colaboración público-privada y una estrategia industrial clara. Como dice Sara Secall, socia de Inveready: "España ya está en el mapa". Ahora, lo importante es no salirse.