
Este martes por la mañana, la llama olímpica se encenderá frente al templo de Hera en la ciudad de Olimpia. Para prender el fuego, una actriz en el papel de suma sacerdotisa utilizará un instrumento que los antiguos griegos llamaban Skaphia, que concentra los rayos de sol para encender la antorcha. A partir de aquí, tradición y modernidad se dan la mano en una antorcha diseñada y producida a más de 2.000 kilómetros por Arcelormittal en la que, a pesar del Made in France que luce el proyecto, el centro que la multinacional tiene en Avilés tuvo un papel destacado.
La antorcha que portarán los 11.000 relevistas antes de los Juegos Olímpicos de París 2024 se hizo en la planta que el grupo tiene en Florange (Francia); un centro que vivió tiempos mejores, cuando sus altos hornos todavía estaban en funcionamiento, pero que emplea a más de 2.000 personas y que todavía respira el ambiente de las grandes urbes industriales. La instalación, especializada en producción para el sector del automóvil y la paquetería, no produce acero primario desde 2012 e incluso gente en la misma Francia la llega a dar por cerrada a pesar de trabajar, por ejemplo, en el galvanizado de las piezas.
En esta localidad al norte de Francia, a media hora de la frontera con Luxemburgo, se trató el acero, hecho a base de material reciclado en el centro de Chateauneuf. Allí se calienta y se enfría el producto hasta dejarlo en un grosor de apenas 0,7 milímetros que se corta, pule y estampa en las instalaciones de Arcelormittal Woippy, cerca de Metz, también en Francia. "El acero era más lógico que el aluminio porque su huella de carbono es inferior", aseguran los responsables.
La compañía luce orgullosa que todo el proceso se hizo en territorio galo, aunque Franck Wasilewski, director de proyectos en Arcelormittal, admite que parte de los trabajos cruzaron los Pirineos para hacerse en España. "Una vez tuvimos el diseño de Mathieu Lehanneur, los primeros prototipos de la antorcha las vimos gracias a los equipos de impresión 3D que tenemos en Avilés (Asturias)", explica a elEconomista.es.
El detalle de la antorcha: 70 centímetros de alto y 1,5 kilos de peso
De aquellas versiones iniciales se pasó en semanas a la antorcha que acompaña esta pieza; un instrumento de 70 centímetros de alto y 1,5 kilos que viajará por todo el territorio francés, incluso algunos territorios de ultramar, antes de encender el pebetero olímpico el 26 de julio en París. Para evitar filtraciones se trabajó en secreto durante todo el procedimiento, con apenas una veintena de personas siendo conocedoras del destino final del acero que se estaba produciendo.
"Se presentó en enero en secreto y tanto los investigadores como los trabajadores que empleamos lo hicieron de manera confidencial, tanto desde la parte técnica como desde la parte artística", añade Jean-Luc Thirion, director general de i+d de Arcelormittal.
El grupo cotizado, que también fabrica en su planta de Dunkerque las anillas olímpicas, fue el escogido en un proyecto en el que no cobró y, según sus cálculos, destinó aproximadamente 8.000 horas de trabajo. Evidentemente, el retorno de imagen al erigirse como socio del evento primó sobre el aspecto económico.
La compañía debe ahora entregar las diferentes antorchas producidas que, por primera vez, serán reutilizables por varios relevistas. Según la firma, se utilizarán seis veces menos antorchas que en las anteriores ediciones de los Juegos Olímpicos. "El acero ya está todo producido, pero por razones de seguridad las entregaremos poco a poco para evitar cualquier riesgo, ya sea un robo o un accidente", señala Wasilewski.
Tras las antorchas olímpicas se fabricarán las paralímpicas, pues la competición no arranca hasta el 28 de agosto. Arcelormittal también se encargará de los complementos necesarios para este evento.
El origen de la antorcha olímpica
De este modo, la antorcha se prenderá este martes por primera vez y tras recorrer Grecia durante 11 días, llegará a Francia el 8 de mayo a través de Marsella y viajará por el país hasta el 26 de julio. El fuego representa la llama que ardía durante los Juegos Olímpicos antiguos en el altar del santuario de la diosa Hestia. Una vez prendido con la Skaphia, la sacerdotisa la entregará al primer relevista, el remero griego Stefanos Ntouskos, medalla de oro en Tokio 2021, junto con una rama de olivo. El primer relevo va desde el templo de Hera hasta el bosque de Coubertin, donde se prende el altar en el que se conserva el corazón de Pierre de Coubertin, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos y allí se entrega a un representante del país anfitrión de la competición. Este 2024 será la nadadora Laure Manaudou.
Su elección no es casual. Más allá de la apuesta por la igualdad, la antorcha está marcada por el efecto del agua en su mitad inferior, una apuesta del diseñador, Lehanneur, para combinar la presencia de ambos elementos en el artefacto.