Industria

La Casa Blanca confía en los viejos rockeros de Wall Street para limitar la voracidad de las firmas de chips

  • Antiguos miembros de Goldman Sachs estarán al cargo de la partida
Gina Raimondo. Bloomberg.

Uno de los escenarios de la pugna tecnológica que Estados Unidos mantiene con China es la industria de los semiconductores. Esta carrera, enmarcada en la guerra comercial entre ambos países iniciada por Donald Trump, es crucial ya que los chips se integran en productos como como teléfonos móviles, frigoríficos o misiles hipersónicos. Para ganarla, el Departamento de Comercio estadounidense ha anunciado el despliegue de un paquete de subvenciones valorado en 100.000 millones para captar a las firmas fabricantes de semiconductores, así como limitar el poder de negociación de estas empresas y atraer el capital privado.

Según informa Bloomberg, este montante será administrado por la Oficina del Programa CHIPS (CHIPS Program Office, en inglés), la cual está integrada por antiguos trabajadores y ejecutivos de empresas de Wall Street como KKR y Goldman Sachs. La confianza depositada por el departamento encabezado por Gina Raimondo en este tipo de perfil profesional se ve reflejada en la figura de Todd Fisher, antiguo director administrativo de KKR y actual Jefe de Inversión de la Oficina del Programa CHIPS. 

El propio Fisher ha explicado en declaraciones al medio estadounidense la razón de dicha confianza de la Casa Blanca en estos profesionales, así como el objetivo de la gestión de una de semejante inversión gubernamental. En este sentido, Fisher afirma que la meta principal es seleccionar a "la gente adecuada" que pueda relacionarse con las compañías fabricantes de chips de una forma "sofisticada, creíble, fiable y altamente profesional" para equilibrar el poder de negociación que estas firmas poseen actualmente, tal y como se evidenció el pasado junio con Intel, que sólo accedió a levantar una planta de chips en suelo germano cuando el gobierno alemán elevó la partida de ayudas públicas a la financiación del proyecto en 10.000 millones de euros.

Tal es el criterio que ha llevado a Kevin Quinn, Brad Koenig y Srujan Linga, extrabajadores de Goldman Sachs, a integrar la Oficina del Programa CHIPS. El cometido de los dos primeros funcionarios es establecer contactos con las empresas de semiconductores en búsqueda de financiación. La labor del tercero, Linga, es colaborar en la estructuración de los acuerdos con el objetivo de captar mayor capital privado que fluya paralelo a los subsidios del gobierno.

No obstante, la Casa Blanca se enfrenta a una serie de obstáculos en esta carrera por los semiconductores. Por un lado, Chris Miller, autor de 'Chip War', alerta de que las inversiones de la administración, aunque puedan parecer muy elevadas, son pequeñas en comparación con las cifras que se mueven en la industria de los chips. A este respecto conviene señalar que la Oficina del Programa CHIPS tiene que administrar 39.000 millones de dólares en subsidios directos, una cifra inferior a los 40.000 millones de dólares que TSMC decidió destinar en 2022 para su futura instalación en Arizona.

Por otro lado, el ejemplo de la factoría de la firma taiwanesa en Arizona nos da la otra clave: la falta de mano de obra cualificada. En este sentido, TMSC anunció en julio el retraso de la apertura de la factoría en Arizona, valorada en 12.000 millones de dólares por esta misma razón.

Adicionalmente, esta partida de subvenciones destinada a la atracción de fabricantes de chips no está exenta de riesgo. En 2017, Foxconn recibió ayudas públicas valoradas en 3.000 millones de dólares para financiar su inversión de 10.000 millones de dólares en la construcción de una planta en Wisconsin. Sin embargo, en 2021 anunció una reducción de la inversión hasta los 672 millones de dólares, pasando de 13.000 puestos de trabajo proyectados a 1.500.

A la espera de ver cómo se desarrolla el trabajo del Departamento de Comercio de EEUU, lo cierto es que el despliegue de este paquete de subvenciones de 100.000 millones de dólares se añade a las diversas tácticas que Washington está empleando en su estrategia por dejar atrás a Pekín en materia de chips. Entre ellas, la política de restricción de las exportaciones de semiconductores -criticada por Intel-, la cual ha sido reforzada esta misma semana.

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