
Mientras negocia su rescate en España con los fondos acreedores, Celsa disfruta de los mejores resultados de su historia en Reino Unido. Ya avisó de que el año 2021 había sido un buen ejercicio tras un 2020 en el que los problemas logísticos y las restricciones abocaron a la organización a la crisis financiera actual. En el archipiélago, el Ejecutivo actuó en julio de 2020 y le concedió un préstamo de urgencia para aliviar su situación. Un año y medio después, la firma saborea unas ganancias de 21,2 millones de libras (25,3 millones de euros al cambio), un 250% más de lo que había logrado nunca.
Reino Unido, donde aterrizó en 2002, es el segundo mercado más importante para Celsa; principalmente gracias al consumo interno de acero. Pero, igual que sucede en España, hacer el negocio rentable se volvió muy complicado tras la crisis económica de 2008. Desde entonces, acumulaba unas pérdidas de 149,3 millones de libras.
La subida de las materias primas y la salida del coronavirus sentaron bien a la compañía de la familia Rubiralta, que en 2021 batió récords tanto de beneficios como de facturación, según las cuentas depositadas en el registro mercantil británico. Las ventas se dispararon desde los 524,1 millones de libras de 2019 a los 677,8 millones de libras (810 millones de euros) de 2021. Los máximos previos eran un resultado de 6 millones en 2007 y unas ventas de 590 millones en 2011.
Celsa centra su negocio en Reino Unido en el mercado interno: 582 millones de libras de producción se quedan en las islas
En 2020, las cifras fueron más discretas. El año se cerró con unas pérdidas de 23,4 millones (las segundas mayores de la historia) y unos ingresos 450,4 millones de libras.
La recuperación se produjo gracias a la subida de la demanda interna. Desde la planta del sur de Gales, facturó 582 millones de libras en el propio Reino Unido y exportó apenas 95,7 millones. Por ese mismo motivo el brexit le afectó menos que a otras organizaciones.
Celsa pudo alcanzar su punto álgido gracias al apoyo público. En julio de 2020, Downing Street aprobó un préstamo de urgencia de 30 millones para la compañía, la primera en beneficiarse de estas ayudas, para "preservar un proveedor clave en la industria de la construcción y asegurar más de 1.000 empleos". La firma es además importante para el país porque produce el acero necesario para la central nuclear de Hinckley.
La inyección llegó acompañada de restricciones salariales para los directivos y y condiciones climáticas -algo que también sucede con el rescate de la SEPI- y con el visto bueno de la banca, que le eximió durante meses de cumplir con las ratios de solvencia.
La deuda con las diferentes entidades, a pagar en 2023, es de 241,6 millones de libras.
El caso de Celsa en España
Mientras en Reino Unido la crisis se da por superada, en España todavía no recibió los 550 millones de euros procedentes del Fondo de Rescate para Empresas Estratégicas de la SEPI. Tras semanas de conversaciones a contrarreloj, el Estado y la Comisión Europea aprobaron el rescate, pero lo dejaron suspendido a la espera de un pacto. La ayuda no tiene por el momento fecha de caducidad, como explicó elEconomista.es, por lo que el ritmo frenético de hace dos meses se volvió mucho más tranquilo.
Una de las condiciones del rescate es que las cuentas de Celsa en España serán independientes del resto de filiales internacionales, por lo que no podrán recibir ni transferir recursos entre países.
Según las últimas conversaciones, además de un nuevo crédito -inferior al actual- Celsa también desembolsará un pago extra a los acreedores de aquí a siete años. Las discusiones están en las cantidades. Los fondos pedían firmar un nuevo crédito de 2023 a 2030 de 550 millones con un interés al 10%, pero la empresa solo estaba dispuesta a alcanzar los 300 millones con una tasa inferior.
Celsa negocia con ocho fondos acreedores, representados por Houlihan Lokey
A cambio, los Rubiralta ofrecían una compensación de 400 millones en 2030 -sujeta a variables- que los acreedores no aprobaron. Insisten en calcular la bonificación final según la revalorización de la firma.
De aprobarse de una vez por todas, Celsa podrá destinar 400 millones de euros al pago de deuda, que se sumarán a otros 50 millones que pondrán los accionistas catalanes. Los 150 millones restantes irán destinados al plan estratégico.
Los ocho acreedores con los que negocia Celsa son Deutsche Bank, Goldman Sachs, SVP, Cross Ocean, Anchorage, Attestor, Golden Tree y Sculptor. Están representados por Houlihan Lokey.