
Imagínense que salen de sus casas, cierran la puerta principal y, por circunstancias de la vida, no vuelven a abrirla. Imagínense que pasan décadas y nadie repara en que la casa no ha sido abierta todavía desde que se fue. Pónganse en el caso de que alguien, cien años después, la adquiere, abre la puerta y... se la encuentra tal y como usted la dejó. Pues eso es lo que ha pasado con estos 10 lugares, casas, mansiones y habitaciones que fueron abandonadas o dejadas por sus propietarios y nadie volvió a abrirlas hasta décadas después.
En Francia se encuentra la mansión Mantin, en el pueblo de Moulins. Su dueño, el señor Louis Mantin, era un funcionario que cumplidos sus cuarenta años, heredó la gran fortuna que tenía su padre y decidió que la mejor forma de invertirla era construyéndose una mansión. Así nacía, piedra a piedra, la Mansión Mantin. Su dueño la decoró con tapices, pinturas y porcelanas de la época, pero además también dejó su colección personal de antigüedades egipcias y cerraduras medievales, entre otros efectos personales.
Imagen: CNN México
Cuando su descendencia murió, allá por el año 1905, dejó escrito en su testamento que todo su legado se dejase a la ciudad pero especificó que debería mantenerse cerrada durante 100 años, transcurridos los cuales debía ser abierta al público y declarada museo. Dicen las malas lenguas del lugar que era para que nadie se olvidase de él, pero lo cierto es que la casa se quedó en ruinas hasta que en 2005, tal y como quiso su primer dueño, fue abierta. Agua, moho y gusanos habían sido sus habitantes desde 1905 y habían dañado la estructura de la casa y los planes de Mantin, convertir su casa en un museo a los 100 años de haberse cerrado, se vieron truncados y tuvo que ser 105 años después, tras las labores de restauración, cuando se convirtiera en museo.
Imagen: Independent
También en Francia, en París concretamente, se encuentra el apartamento de la Señorita de Florian. Ella salió de su apartamento durante la invasión nazi a la capital, allá por el año 1940, para no regresar nunca y fijar su residencia en el sur de Francia. Setenta años después la Señorita de Florian moría a los 91 años y sus herederos decidieron hacer inventario de las pertenencias. En 2010 se volvían a abrir las puertas de dicho apartamento, con una gran capa de polvo. Tras quitarlo, se descubrieron reliquias tales como un peluche del conocido Mickey Mouse de antes de la guerra. Lo más interesante fue el hallazgo de la pintura de una mujer, obra de uno de los pintores más relevantes de la Belle Epoque parisina, Giovanni Boldini.

Imagen: Independent
En concreto era la abuela de la Señorita de Florian, Marthe de Florian, una actriz también de la Belle Epoque y de la alta sociedad que había sido amante de Boldini. Todo descubierto por que de Florian se largó dejándolo todo tal cual y se encontraron las cartas de amor que ambos se habían enviado.
En Nueva York se encuentra el apartamento de Edwin Booth, más conocido como el hermano mayor de John Wilkes Booth, quien asesinó a Abraham Lincoln pero que también fue uno de los actores más famosos de la época. Para alimentar el ego de todos los actores construyó un club de caballeros. Mark Twain y William Tecumseh Sherman fueron cofundadores junto con otras personalidades del mundo de las artes y la industria.
Booth falleció en 1893 en una de las habitaciones de su casa de Gramercy Park, entre los brazos de su hija y, de acuerdo con la tradición del club, la habitación debía permanecer cerrada tras su muerte. Desde ese preciso instante la habitación no se ha tocado, bueno sí, se le quita el polvo de vez en cuando pero el resto sigue igual. Tan igual tan igual que todavía huele a humo de tabaco de los cigarrillos que se fumaba Booth.
Imagen:Telegraph
Otra vez en Francia, esta vez a Bélabre, está el dormitorio de Hubert Rochereau, un teniente que murió en 1918 con tan solo 21 años. Rochereau fue herido en Bélgica durante una de las batallas de la Primera Guerra Mundial, y sus padres, que habían dejado la habitación tal y como su hijo la dejó cuando decidió marcharse al frente, optaron por no tocarla nunca más. Tanto querían dejar latente la presencia de su hijo que hasta llegaron a tapiar la puerta.
Los padres dieron la casa a un amigo de la familia solo pidieron que la habitación del pequeño Hubert no se tocase en 500 años. Realmente esta petición no tenía fundamento legal pero como buen amigo, respetó la decisión.
Actualmente la casa pertenece a un funcionario que también ha decidido respetar la voluntad de los padres de Hubert por lo que ahí, tras esas cuatro paredes se encuentran las espadas, espuelas, cascos y chaquetas militares del joven teniente. Al no tocarse también conserva las tuberías, libros y hasta las medallas sobre la cama del joven.
Otra vez en Estados Unidos, aunque en la otra costa, en Santa Bárbara, California, se encuentra la historia de Huguette Clark, la hija pequeña del senador y fundador de Las Vegas, William Andrews Clark. Artista y tímida, solo tenía un pequeño círculo de amigos y pasó sus últimos 20 años postrada en la cama de un hospital pese a que no estaba enferma. A pesar de ello y de que desde la década de las 50 estuvo vacía, la villa de la familia, Bellosguardo, fue mantenida meticulosamente durante casi 60 años, a lo que se destinó decenas de miles de dólares.

Imagen: Independent
Cuando Huguette heredó la mansión, en 1963, dijo al personal que todo se iba mantener tal y como estaba, sin cambiar absolutamente nada. Y así hicieron, el personal trabajó durante años para mantener las cosas como la señorita había mandado. Huguette falleció en 2011, a los 104 años.
En Liverpool, el reverendo de la Iglesia Anglicana de Nuestra Señora y San Nicolás había oído rumores de que en ese lugar había una sala abandonada en la planta de arriba. Hace tan solo un año se decidieron a buscar esa sala, que estaba en el techo de la Iglesia, tras una trampilla. Allí se encontraron reliquias tales como viejos juguetes, libros y hasta aperitivos. Los funcionarios creen que esta habitación era una sala de juegos que se selló antes del bombardeo de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los libros encontrados se remonta a 1696.
En Francia, cerca de Carspach, unos trabajadores estaban inmersos en las obras de la carretera del norte de Francia, en 2010, cuando descubrieron una especie de búnker. El refugio había servido durante la Primera Guerra Mundial como escondite a 34 soldados alemanes. Tras los bombardeo a Francia en 1918 este búnker quedó tapiado, impidiendo la salida de los soldados y terminando con la vida de todos ellos. En aquellos tiempos, las tropas lograron sacar 13 de los 34 cuerpos, los 21 restantes tuvieron que esperar hasta 2011, cuando un grupo de arqueólogos exploraron el refugio y lograron rescatar lo que quedaba de sus cuerpos.
Además encontraron que el búnker había sido construido para albergar a 500 hombres, que estaba equipado con calefacción, conexión telefónica y electricidad. Pero no sólo descubrieron eso, sino que también encontraron varios efectos personales de los 34 soldados como eran sus carteras, gafas, placas de identificación, botellas de vino, un tarro de mostaza y un rosario hecho con balas francesas.
En Inglaterra, en Accrington, Lancashire, se encuentra uno de los lugares abandonados más impresionante. A los funcionarios de la ciudad les avisaron de que tenían que acudir a un lugar que, según se pensaba, llevaba abandonado más de 30 años. Tenían que hacer la comprobación de seguridad para que un lugareño pudiera realizar las obras de su casa. Llegaron y se encontraron con una esquina con un local cuya puerta había sido tapiada con tablas de madera. Como si hubieran realizado un viaje en el tiempo, tras ellas se encontraron dentro de una farmacia y una heladería de décadas pasadas. Aún se desconocen los motivos que llevaron a los dueños a dejar ambos establecimientos sin llevarse nada y dejarlos tal y como estaban
Imagen: Rightmove
Esta vez en Harrogate, Yorkshire, los aristócratas indios Dhunjubhoy y su esposa, la señora Bomanji, tenían su residencia de otoño, la mansión Pineheath. Cuando el matrimonio falleció la hija decidió ocupar la casa pero sin modificar un ápice lo que había en ella. 27 años estuvo viviendo en la mansión sin redecorar ni modernizar nada.

Imagen: rightmove
En 2013 un comprador adquirió la mansión Pineheath, y cuando abrió la puerta de la entrada se encontró con una casa ambientada en los años 20, con recortes de periódico de la época, productos e invitaciones de la alta sociedad, incluso un sistema de telefonía interno para comunicarse con los sirvientes.
Y en la Antártida, concretamente la región de Cabo Evans en las Islas Ross, fue donde en 1911 el capitán Robert Falcon Scott y sus hombres construyeron una cabaña de madera. En enero de 1912 se pusieron todos ellos en marcha hacia el Polo Sur pero no regresaron jamás. La choza, hecha con capas de madera prefabricada y una especie de aislante a base de algas, fue redescubierta en 1950 cuando una expedición estadounidense la sacó de la nieve y del hielo.

Imagen:fogonazos
Desde aquél momento se reparó, se volvió a pintar y se dejó, en su gran mayoría, tal y como los exploradores dejaron la cabaña, incluyendo las botellas en la mesa del comedor y los sacos de dormir de piel de reno. Años más tarde se encontraron los cuerpos del Cabo Evans y sus hombres congelados. Hoy se puede ver la cabaña a través de Google Street View.