
La Fed ignora el grado real de recuperación y evita especificar fechas concretas.
La presidenta de la Reserva Federal (Fed) aprovechó ayer su estreno en la reunión anual de los banqueros centrales en Jackson Hole para redirigir la atención de la política monetaria hacia la subida de intereses, por encima de la necesidad de estímulos adicionales. En línea con las recientes actas de la última reunión de la Fed, donde se analizaron las perspectivas para una subida que los analistas no prevén hasta la segunda mitad de 2015, Janet Yellen admitió que si el progreso del mercado laboral "continúa más acelerado" de lo previsto, habrá cambios "antes" y, a partir de ahí, la subida ganará intensidad.
Yellen era consciente de que cada palabra sería analizada al detalle por unos mercados en busca de pistas sobre la normalización de una estrategia superior a cinco años de dinero barato. El factor más esperado son los plazos y, por ello, la responsable de la Fed evitó especificar calendarios. Su intención era limitarse a sugerir que hay terreno para una potencial subida de tipos antes de lo comúnmente asumido, pero sólo cuando quede probado que la economía lo soportaría.
Incertidumbre laboral
Esta condición le permite comprar tiempo y reducir el impacto de la bomba de un alza prematura: las incertidumbres sobre la capacidad extra de la economía, es decir, cuánto puede crecer sin imponer presiones inflacionistas, es demasiado elevada en la actualidad. Así, sin anunciar plazos o pautas concretas, Yellen blandió la herramienta que mejor conoce: el mercado laboral. La Fed desconoce cuántos empleos se pueden crear antes de que los precios se disparen y, según dejó claro su jefa, mientras la duda permanezca, el Comité de Mercados Abiertos de la Fed (FOMC, por sus siglas en inglés) no puede arriesgar la recuperación con un endurecimiento precipitado de la política monetaria.
La jugada de Yellen fue dirigirse a una posición más neutral: de la visión de que demasiados norteamericanos trabajan a tiempo parcial por las constricciones de la economía, ahora habla de falta de certezas, que se extienden a la presión de los precios. Una vez clarificadas, la evolución es lógica: "Si el progreso laboral sigue más acelerado de lo anticipado por el comité, o si la inflación aumenta más de lo esperado, entonces las subidas podrían tener lugar antes de lo que el comité espera actualmente".
El problema es que no se trata de un escenario único. Siguiendo una estrategia de ambigüedad, reconoció que la evolución puede ser la opuesta y dejar un balance "decepcionante" en el que los avances "se producen más lentamente". Un caso en el que volvería a imperar la lógica con una estrategia más conservadora de lo que se prevé hoy en día. La cohabitación de ambas hipótesis desespera a unos mercados necesitados de respuestas.
Su consuelo en el discurso de Yellen es que, de momento, admitió que la economía "se acerca cada vez más a los objetivos" marcados, por lo que el énfasis del FOMC "naturalmente se redirige" a analizar la capacidad extra de la economía y a qué ritmo se cerrará la brecha. En otras palabras, "bajo qué condiciones empezar a revertir la extraordinaria" expansión promovida para suturar la crisis. La sencillez del planteamiento, sin embargo, colisiona con el "desafío" que representa medir la situación en el escenario disfuncional que ha dejado como resultado el colapso financiero.