El vino aprende a maridar con la franquicia en España

El vino tiene en la franquicia un nuevo aliado. Pese a que es uno de los productos más tradicionales de la gastronomía nacional y una de las bebidas que mejor maridan con el típico tapeo español, el vino no ha tenido prácticamente peso ni en los negocios de la restauración organizada ni en las franquicias.

Sin embargo, ese vacío ahora es mucho menor. Una de las primeras compañías en hacer del vino el epicentro de un negocio franquiciable en el segmento de la hostelería ha sido La Loca Juana.

Un concepto que cuenta con el respaldo de su presidente Iñaki Soroa, consejero delegado del Grupo Eva y presidente de Ecovidrio; de su consejero delegado, Antonio Cancelo, quien fuera fundador de Eroski y presidente del Grupo Mondragon; y de su director general, Alejandro Calvo, bodeguero de Castilla y León y empresario hostelero.

"Nuestro negocio gira en torno al vino, en torno a una bebida muy nuestra que hasta ahora nadie había puesto por bandera en una franquicia", explica Alejandro Calvo a elEconomista Franquicias en el local que La Loca Juana abrió en noviembre de 2016 en pleno centro de Madrid -concretamente, en calle La Palma, número 63-.

Un local al que después se sumó, en marzo de este año, otro en la calle Cardenal Cisneros de la Capital, y a los que los dueños de este concepto confían en seguir sumando unidades dentro y fuera de Madrid. De hecho, La Loca Juana está a punto de abrir las puertas en Cartagena (Murcia) y ya busca local para implantarse en Málaga y Sevilla, previsiblemente antes de final de año.

De cara al próximo año 2018, los dueños de esta cadena calculan poder llevar a cabo unas ocho aperturas, y una decena más en 2019, para así finalizar ese ejercicio en torno a los 25 locales operativos. "Obviamente, queremos crecer en ciudades como Madrid, pero nuestra expansión va a estar marcada por las peticiones que tengamos de posibles franquiciados y por las buenas oportunidades que nos surjan en cuanto a los locales", matiza el directivo.

Opción de autoempleo

Actualmente, La Loca Juana busca establecimientos de entre 100 y 120 metros cuadrados a pie de calle, que no estén equipados con cocina, ya que no necesitan salida de humos, y ubicados en zonas que tengan un fuerte tránsito de público, pero que no requieran en ningún caso un pago de alquiler que sea superior a los 3.000 euros mensuales.

Un gasto que se une a los 10.000 euros de canon de entrada que los futuros franquiciados tendrán que abonar para sumarse a la red de La Loca Juana, más los 600 euros por metro cuadrado que costará, según los cálculos de Calvo, la puesta en marcha y acondicionamiento del local.

A esas cantidades también que hay que añadir los 500 euros mensuales que la matriz pedirá a todos y cada de sus franquiciados en calidad de royalty -por uso de la marca y para labores de publicidad-.

Con todos ellos la firma apuesta por firmar un contrato que tiene una duración de 10 años, pero que, según matiza Calvo, es de carácter "prorrogable".

Respecto al perfil de franquiciado que La Loca Juana busca para su expansión, Alejandro Calvo sostiene que "el perfecto es el que vea en este negocio una opción de autoempleo". "En hostelería, en un sector donde tienes que echar horas y conocer a tus clientes, lo mejor es el autoempleo. No es preciso que la persona entienda de vinos, pero sí es importante que entienda que en La Loca Juana el vino ha de ser el canal de comunicación con el cliente", explica.

"Nuestro modelo de negocio gira en torno al vino porque no somos otra cosa que un bar de vinos. Creemos que en este negocio, además de margen en la venta por botellas y por copas, hay un nicho de mercado porque la cultura del vino en España tiene mucho recorrido", apostilla.

Reto: vincular el vino a la cultura

De ahí que La Loca Juana además de una propuesta gastronómica basada en el vino -hay tostas y tapas para acompañar el consumo de los caldos-, apueste por la celebración de distintos tipos de eventos en el interior de sus locales. En esa lista figuran catas de vinos, conciertos, lecturas de libros, presentación de vinos o presentaciones de cortometrajes. "Nos hemos propuesto vincular el vino al mundo de la cultura, y viceversa", sostiene Calvo.

Algo que ya han conseguido en sus dos locales de Madrid, de los que los accionistas de la compañía son copropietarios junto a los directores de cine Antonio Hernández y Manu Gómez. "El hecho de que ellos sean dueños de los dos La Loca Juana de Madrid ha generado que en los dos locales haya un fuerte tránsito de personas vinculadas al mundo del cine, lo que ha fomentado la puesta en marcha de actividades vinculadas a él y a la cultura", afirma.

Eso sí, avisa, sin dar al mundo del vino ese lado elitista que le ha rodeado muchas veces. "El vino es un producto básico, un producto muy nuestro en el que muchas veces se ha buscado elitismo y esnobismo. Nada de eso. La Loca Juana quiere democratizar al vino y a su consumo", asegura.

Para ello, en su carta de vinos, los locales de la firma han incluido cerca de 80 referencias, tanto de caldos nacionales como de diferentes mercados extranjeros. Aunque el 80 por ciento de esas referencias corresponde a vinos españoles, de las distintas zonas y denominaciones de todo el país, el 20 por ciento de los vinos que se puede comprar y consumir en los locales de la firma provienen de Argentina, Australia, Estados Unidos, Sudáfrica, Italia o Portugal, entre otros destinos.

Según Alejandro Calvo, el precio medio de una copa de vino en los establecimientos de la cadena oscila entre los 2 y los 3,50 euros. Mientras, el de la botella va desde los 10 hasta los 20 euros. "Queremos que la gente vea en La Loca Juana un lugar donde poder tomar un vino a un precio razonable y en un entorno cómodo y agradable", argumenta Alejandro Calvo.

Un empresario de la hostelería que antes de unirse a sus socios Soroa y Cancelo fue director de una cadena hostelera en las Islas Canarias, y el fundador de una tienda gastronómica en el Mercado de la Victoria de Córdoba a la que bautizó con el nombre de Juana La Loca. Un nombre que después replicaría en Úbeda (Jaén), donde abrió un bar con una pequeña tienda para la compra de los productos que podían consumirse in situ.

Tras aquellas aventuras empresariales, la experiencia profesional adquirida, sus contactos con el mundo del vino -su familia es bodeguera en Matapozuelos, Valladolid- y su relación con sus actuales socios, Juana La Loca llegó a Madrid, pero con el nombre de La Loca Juana. "Al principio no teníamos intención de franquiciar, pero el éxito de nuestros locales nos hizo cambiar de idea", concluye.

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