
La receta es del presidente de la CEOE. "Los empresarios queremos impuestos más bajos y ninguna deducción", ha dicho Juan Rosell, ante la reorganización de la estructura tributaria que está cocinando el chef Montoro y su equipo como parte del menú de nuevas reformas con el que el Gobierno nos ha amenazado para el próximo día 26. ¿Oído cocina?
Seguro que sí. Que lo han oído. Otra cosa es que vayan a hacer caso. Porque en el mesón de Hacienda rige ese principio no escrito en las tascas de tercera, de tú pide lo que quieras, que nosotros te daremos lo que nos dé la gana o que podamos. Y, en el caso que nos ocupa, o se reproduce a última hora el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, o lo que les van a dar a los empresarios, incluidos los pequeños, son menos deducciones y más presión fiscal.
Presión desde Bruselas
Ocurre que, al ministro Montoro le están presionando desde Bruselas, por orden de Berlín, para que vuelva a subir los impuestos en España, alarmados por la lentitud en la aplicación de los recortes de gasto en las administraciones públicas y por la caída de los ingresos que están dando la razón a todos -la mayoría de instituciones y analistas- que, desde el mismo momento de su presentación, consideramos que los presupuestos del Estado para 2013 eran el cuento de la lechera en versión gobierno del PP.
Pero Montoro es consciente de que las tetas del IRPF y del IVA están agotadas y que exprimir un poco más sería dar la puntilla al consumo interno y al turismo que, sigue siendo nuestra primera industria, pese a las "cornadas" de los últimos gobiernos. Y sabe también que la recaudación por Sociedades no llega al 10% de la totalidad de los ingresos tributarios, precisamente por la multiplicidad de deducciones que benefician casi en exclusiva a las grandes empresas. Por eso está pensando en atacar por ese flanco, que está bien, siempre y cuando, como pide Rosell se bajen los tipos del impuesto, que siguen estando a la cabeza de la UE. Pero eso todavía no toca.
Los empresarios, los pequeños y los grandes, van a seguir agobiados por Hacienda y sin crédito, con lo que a las expectativas de crecimiento de la inversión y del empleo, ni se ven, ni se las espera. Al menos mientras sigamos aplicando las envenenadas recetas de esa Cruela de Vil que, ironías de la vida, se llama Angela.