
Iniciar una actividad empresarial conlleva la asunción de riesgos por parte del emprendedor. Por ello es importante llevar a cabo una correcta planificación, y gestionar de manera eficaz toda la actividad.
Pero, al final, lanzar una empresa no quiere decir que se vaya a tener éxito, especialmente en los tiempos que corren. Por ello, es importante diversificar el riesgo para asegurar la viabilidad de la compañía, tal y como destaca Carlos Pavón, director del Departamento Jurídico de IURE Abogados.
En este sentido, señala que lo tradicional es constituir una sociedad mercantil para canalizar la actividad empresarial. Las más comunes son la sociedad anónima y la sociedad limitada. Se trata del primer paso para reducir el riesgo empresarial por parte de emprendedor, pues el patrimonio personal puesto en juego alcanza únicamente las aportaciones realizadas al capital de dicha sociedad.
Órgano de administración
Sin embargo, en la constitución de la sociedad suele descuidarse la figura del órgano de administración, quien habitualmente coincide con la figura del emprendedor, al asumir personalmente el cargo de administrador único de la sociedad constituida. En tales casos, debe tenerse presente que el órgano de administración está expuesto a un régimen de responsabilidades amplio, que puede conllevar su responsabilidad personal ante quienes inicialmente han contraído derechos únicamente frente a la sociedad.
Para Carlos Pavón: ?Es necesario articular un órgano de administración en el que no esté expuesto íntegramente el patrimonio personal del emprendedor, siendo para ello posible la constitución de una segunda sociedad, cuyo único objeto social constituya la mera gestión y administración de sociedades?. Y añade: ?Será esta segunda sociedad quien ostente el cargo de administrador único de la primera, destinada a desarrollar la actividad empresarial y, por tanto, sujeta a riesgo, mientras que la segunda sociedad, con mucho menor riesgo, por no dedicarse en puridad al ejercicio de una actividad empresarial, podrá ser administrada directamente por el emprendedor?.
Asimismo, en la ejecución de la actividad mercantil pueden detectarse los riesgos que diariamente pueden llegar a comprometer sus beneficios y, en última instancia, su viabilidad, para lo cual cabe plantearse la posibilidad de aislar tales riesgos en múltiples sociedades. ?Por ejemplo, en dos líneas de negocio desarrolladas por la misma empresa, de las cuales una produce beneficios mientras que la otra genera pérdidas. Si ambas actividades se integrasen en la misma sociedad, resulta obvio que el incremento de las pérdidas arrastraría la línea que produce beneficios, pudiendo conllevar, en última instancia, al cierre de la empresa. Por ello, hubiera sido deseable haber separado ambas líneas de negocio en dos sociedades independientes, de forma que las eventuales pérdidas de una, no conlleven el arrastre de la beneficiosa?, indica Pavón.
Contabilidad ordenada
Todo ello parte, nuevamente, de la no exigencia al empresario de la necesidad de tener éxito, sino que lo que le es exigible es que sea un empresario diligente, en la medida en que debe llevar una contabilidad ordenada, cumplir todas las obligaciones tributarias y laborales. Y en caso de, a pesar de todo, incurrir en pérdidas significativas, proceder a la disolución y liquidación de la sociedad, salvo que la misma sea insolvente, por lo que en esta situación se deberá acudir a un proceso concursal.