El día que me tocó escribir un reportaje sobre las consecuencias del calor y descubrí que, además de hipotensión y cansancio, en verano se producían más asesinatos y agresiones, comprendí muchas cosas.
El calor nos hace enseñar más de lo que debemos y eleva nuestra irritación. Y aunque aún no estamos en esa canícula que tanto gusta utilizar al periodista, lo parece a juzgar por las reacciones ante determinados temas. Afortunadamente ya se ha jugado la final de la Copa del Rey, pero la culpa de toda la polémica suscitada a raíz de las declaraciones de Esperanza Aguirre no la tiene ella.
La tenemos nosotros, los medios, que en medio de este tenebroso panorama de Expedientes de Regulación de Empleo y cierres, hacemos grande cualquier tontería. Porque ¿a alguien le extraña que Aguirre diga estas cosas? ¿Sorprenden las palabras de una mujer que bota con camisetas de cualquier equipo, de cualquier deporte, que se viste de lo que haga falta y lo mismo se pone un poncho en un acto con inmigrantes que unos calcetines con tacón después de haber sobrevivido a un atentado?
Pues eso. Que la crisis y el calor son malos compañeros. Aquí cualquiera declara la primera tontería que se le pasa por la cabeza y tiene titular asegurado. Ana Torroja dice: "Da rabia lo que hacen con tu dinero" y lo metemos en portada. Muy bien, eso, que nos dé lecciones de justicia una persona acusada de fraude fiscal y a la que la Justicia aún no ha dado la razón. Y nosotros, que estamos deseando rellenar contenidos más que hacer periodismo. Un político se pone la bufanda del Athletic de Bilbao y se sube a un león de Las Cortes y nos parece digno de hueco. Pastora Soler se hace una foto en una mezquita de Bakú con el hombro al aire y en pose sexy y RTVE lo manda porque de sobra sabe que alguno picará.
Tenemos lo que nos merecemos. El calor hace estragos en nuestros cuerpos, pero no podemos echarle toda la culpa. Yo misma acabo de darle protagonismo a esta sarta de tonterías en la columna. Con lo que me gusta el invierno. No aprendo.