Pymes y Emprendedores

La economía, en dos tardes: ¿quiere dominar la materia de la que todos hablan... y nadie realmente conoce?

¿Quiere aprender cómo funciona, por ejemplo, un negocio? Basta con aprender las diez reglas de la economía y no esconder la cabeza cuando no entienda algún término. Ilustración: Farruqo
Muchas personas tienen 'miedo' a la economía, tal vez porque no la entienden. Pero la solución para comprender los entresijos de esta materia puede encontrarse en las situaciones más cotidianas. Así lo explica Chen-Loh Cheung en su libro "Economía para todos".

Por la mañana, Luis apaga inmediatamente la radio cuando empiezan las noticias sobre economía. Pero a veces la deja encendida porque tiene que concentrarse en su afeitado.

"El paro, el endeudamiento del país y la crisis de los sistemas sociales son las consecuencias de un Estado demasiado proteccionista y poca competencia mercantil", dice Superlisto, un experto en economía, a lo que se opone Sabelotodo, otro conocedor de la materia: "El Estado es el único que puede volver a ponerlo todo en orden, y no este excesivo neoliberalismo". "¡Superlisto y Sabelotodo! Por qué será que estos tipos no pueden hablar como la gente normal -se pregunta Luis-. Siempre este lenguaje tan horrible". Lo que más le gustaría sería echar por el desagüe a todos los expertos en economía .

Viernes por la noche: por fin ha llegado el fin de semana. Luis se encuentra con sus amigos en el restaurante El Puerto de Valerie.

François le pregunta: "Valerie, ¿te has planteado alguna vez abrir otro restaurante en la ciudad? Tus clientes, que somos muchos, vendríamos a verte con mayor frecuencia". "Me he planteado esta cuestión muchas veces -responde Valerie-. Incluso he estado mirando posibles locales. Ahora bien, también he pensado que otra alternativa sería ampliar éste. En la finca de al lado pronto van a quedar locales vacíos y con sólo derribar la pared dispondría del doble de espacio para colocar más mesas y sillas". "Pues parece una opción muy buena -opina Luis-. ¿Te has decidido ya?". "Aún no", responde Valerie.

Nada es casualidad

La velada en el restaurante explica muchas cosas sobre el mundo de la economía. El éxito del negocio de Valerie no es ninguna casualidad. Lo importante es saber aplicar correctamente las diez reglas de la economía, que ayudan a entender todo el proceso hasta alcanzar su resolución satisfactoria. Ahora bien, las diez reglas tampoco son ninguna garantía de éxito. Incluso aplicándolas a rajatabla, podemos encontrarnos al final con las manos vacías. Podemos comparar estas reglas con el fútbol: si alguien comete una falta grave, el árbitro puede castigarle pitando penalti, pero eso no determina quien ganará el partido. El juego que hagan ambos equipos determinará al ganador.

A diferencia de los diez mandamientos, las reglas de la economía no proceden de ningún ser superior. Han sido las personas quienes han probado durante mucho tiempo qué actuaciones dan buenos resultados en la práctica. En la búsqueda del éxito profesional se debe emplear tiempo, energía, capacidad creativa y entusiasmo, y las diez reglas de la economía ayudan a conseguirlo.

Las reglas de la economía

La primera regla: todo trabajo requiere los recursos adecuados. Imaginemos que para su trabajo como cocinera Valerie dispusiera únicamente de sus dos manos, que estuviese sola como empresaria y no tuviese personal ni ningún tipo de terceros. ¿Hasta dónde podría llegar contando únicamente con la destreza y la fuerza de sus manos? Seguramente, no muy lejos.

Si trabajase sola tendría que pescar, cultivar el huerto, plantar viñas, reparar los desperfectos del local, encargarse del mantenimiento, limpiar la vajilla, tejer los manteles y las servilletas, servir a todos los clientes y, cómo no, cocinar. Ella sola no sería capaz de llevar a cabo todas estas tareas. ¡Nadie lo domina todo a la perfección! Sólo hay una cosa que Valerie sabe hacer de manera excelente: cocinar.

Así pues, para llevar el restaurante, Valerie necesita unos recursos determinados. En economía se considera "recurso" todo aquello que es necesario para llevar a cabo un trabajo. En el caso de Valerie, se trata del personal de restauración, como los camareros, cocineros y ayudantes de cocina; de objetos, como sillas, mesas, utensilios, vajilla, etc.; de un local acondicionado de manera adecuada, y también los proveedores de los alimentos. Valerie compra todos estos recursos en forma de "productos" o "prestaciones de servicio". Con su ayuda y su trabajo ofrece su propio servicio en forma de platos de pescado.

Todo son recursos en economía

Lo que distingue una prestación de servicio de un producto es que ésta no puede almacenarse y, por lo general, sólo puede utilizarse una vez. A menudo también ocurre que una prestación de servicio sólo se encuentra en un lugar y a una hora determinados, como los platos que se sirven en un restaurante.

Del mismo modo, nadie come la mitad del menú y regresa al cabo de dos años para comer la otra mitad. En cambio, unos pantalones, es decir, un producto, podemos ponérnoslos con frecuencia o dejarlos en el armario cuando consideramos que ya están pasados de moda o se nos han quedado pequeños.

A menudo, la frontera entre prestación de servicio y producto es difusa. El crédito de un banco es una prestación de servicio, pero con él podemos comprarnos una casa con jardín. Valerie compra el pescado crudo como producto a sus proveedores y vende una prestación de servicio en forma de pescado cocinado.

En principio, en la economía todo puede convertirse en un recurso: el dinero, un empleado con sus habilidades, la nave de una fábrica, una máquina, una caja de supermercado, un camión, una superficie de explotación agrícola, las materias primas, como el petróleo, el mar, con sus peces, entre otros.

Pero estos recursos no están disponibles ilimitadamente y sin coste. O, dicho de otro modo: son escasos. Para que los recursos que son necesarios para el trabajo estén disponibles, primero tienen que crearse o convertirse en materias primas, pues el pescado no llega por arte de magia al restaurante de Valerie y es necesario formar al personal para que aprenda a desempeñar un buen trabajo en el restaurante. Es evidente que nadie nace enseñado.

Chen-Loh Cheung, "Economía para todos". Editorial Alienta

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