Los perros pequeños no son más agresivos que los grandes, según una experta: "Solo están más cansados de nosotros"
La ciencia puede ayudarnos
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1. La ciencia puede ayudarnos

Mary WildBehav, experta en etología (comportamiento animal), explica basada en evidencias científicas, que los animales, por puro instinto de supervivencia, se sienten amenazados por individuos más grandes y, por lo general, todos lo individuos con los que interactúa un perro pequeño son más grandes.

Un rasgo totalmente 'normal'
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2. Un rasgo totalmente 'normal'

Es normal la inseguridad de estos y otros muchos perros de raza pequeña, a lo que además se le suma otro factor: muchos de ellos no socializan o se enfrentan de manera incorrecta a diferentes tipos de reacciones o experiencias durante su período crítico de socialización.

La socialización es clave
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3. La socialización es clave

Es importantísimo que en este periodo (de entre tres a 14 semanas de vida) el can se exponga de forma positiva y progresiva a otros entornos, perros, personas, ruidos,etc. Si por ejemplo a un perro se le relaciona con niños que son invasivos, que le tocan o lo cogen sin su consentimiento, el perro asociará la presencia de niños a estrés e incomodidad. 

Atender a sus señales
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4. Atender a sus señales

Además de la inseguridad y la incorrecta socialización, hay un tercer factor: los perros nos comunican a todas horas cuándo se sienten incómodos, pero muchas veces no nos damos ni cuenta o, peor aún, nos damos cuenta y no les hacemos caso. En un primer lugar sus señales serán más sutiles (relamerse, mirar a otro lado o entrecerrar los ojos). Pero si nuestra mascota nos dice una y otra vez de forma educada 'para, por favor' y nunca le hacemos caso, llegará un momento en el que estalle y pasará a gruñir, sacar los dientes, ladrar o incluso a morder.

Los pequeños muerden antes
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5. Los pequeños muerden antes

El motivo real por el que los perros de razas más pequeñas pasan a morder antes es que con ellos somos mucho más invasivos. Les tocamos sin consentimiento, haciéndoles sentir vulnerables. El otro error es que sus señales de advertencia nos hacen hasta gracia, así que antes o después se acaban cansando y pasan de la advertencia a morder, que es realmente su último recurso.


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