
La renta fija corporativa es el activo imprescindible en elfondo de armario de un inversor, pero ha llegado la hora de complementarla con este tipo de deuda, que ganará si la renta variable se recupera a medio plazo.
El refranero español acostumbra a hablar ex cátedra: "Cada maestrillo tiene su librillo", afirma. Pero a veces se equivoca. Desde que estallara la crisis financiera hace casi dos años, recomendar cualquier tipo de inversión se convirtió en la mayor patata caliente en manos de los expertos, pero éstos encontraron su respuesta y fue única:la deuda empresarial. Una estrategia que está dando muy buenos resultados, pero que es probable que haya encontrado un techo en rendimiento.
De media, en lo que llevamos de ejercicio, los fondos denominados en euros comercializados en España de esta categoría, ganaban hasta el 30 de junio un 7 por ciento, acumulando ya rentabilidades positivas a doce meses, aunque tan sólo de un punto porcentual. Su buena evolución se ha visto incrementada por las características peculiares de esta crisis (un pánico absoluto a que los emisores pudieran pagar sus deudas), que ha obligado a las empresas que quisieran colocar bonos a emitirlos con unos diferenciales sobre lo que remunera la deuda pública muy elevados. Esta situación, sin embargo, está cambiando.
"Creo que lo mejor en la renta fija corporativa ya se ha visto. El crédito ha corrido muchísimo y los diferenciales con los que ahora las empresas con alta calidad crediticia colocan deuda ha caído de los 300 a los 100 puntos básicos. Y no sólo en estos casos. Ahora un bono de alto riesgo te paga un 13 por ciento, frente al 3 que renta el estatal a medio plazo, cuanto antes remuneraba al 27 por ciento, en tanto que los emitidos por los estados remuneraban al 4 por ciento", explica Ángel Olea, gestor de Abante.
Una situación que unida a las dudas sobre la tendencia de la bolsa -Banco Banif reconoce que la posición de sus carteras de fondos para un cliente de perfil es neutral-, y al poco atractivo de la renta fija gubernamental (los fondos de esta categoría apenas ganan de media un 1,6 por ciento este ejercicio), invita a plantearse un acercamiento a otras categorías de fondos de deuda, pero con mayor picante, como es la que invierte su patrimonio en bonos convertibles.
En el epicentro de la crisis
Este tipo de productos fue uno de los grandes damnificados por la crisis financiera. Por una parte, porque sufrieron por la bancarrota del estadounidense Lehman
Brothers, que era uno de los mayores operadores del mercado; por la otra, porque son emisiones que los gestores de fondos libres (hedge funds) utilizan habitualmente en sus estrategias (se calcula que antes de la crisis controlaban un 60 por ciento de este mercado). Cuando estalló la parte más dura de la crisis se vieron obligados a vender muchas de estas posiciones, que como no son muy líquidas, perdieron mucho de su valor. Y todavía no lo han recuperado del todo.
"Cuando por fin se comenzó a entrar en un proceso de normalización, se cumplió con la tradición, que indica que lo primero que se recupera son os productos con mayor liquidez, como la renta fija corporativa pura. Ahora, podría ser un buen momento para los bonos convertibles, porque el mercado se está animando, ya que los hedge funds están captando dinero y volverán a utilizarlos", apunta Marian Fernández, responsable de estrategia de
Inversis Banco.
Los expertos opinan, asimismo, que siguen baratos. "En términos generales, siguen cotizando valorados sólo
por el cupón que pagan y sin tener en cuenta el valor de la opción de conversión", revela Damián Querol, director
de análisis de Banco Gallego. Estos bonos -a diferencia de la renta fija corporativa normal- ofrecen dos maneras de obtener valor.
En primer lugar, por lo que renta la deuda durante la vida de la emisión (suelen emitirse a cuatro o cinco años). "Para las empresas son emisiones más atractivas porque no pagan tantos intereses como en los bonos comunes. Sin embargo, en el momento de la conversión tienen que entregar acciones nuevas que provendrán, bien de su autocartera o de una ampliación de capital", explica Javier Ruiz, gestor de Metagestión.
La segunda manera de obtener ganancias a través de un convertible es justo por el valor de la opción que dan al inversor a decidir, a vencimiento, si en vez de que el emisor le devuelva el nominal del bono en efectivo, éste se
cobre en acciones. Como el precio de conversión (que se fija al colocarlos) siempre supone una prima sobre la cotización de los títulos en bolsa en el momento de lanzar la emisión, la opción irá ganando valor si las acciones de la empresa suben en bolsa. Para Javier
Ruiz, si las compañías los están ofreciendo en este momento "es porque el cliente comienza a de mandar algo de exposición a bolsa, aunque sea indirectamente", indica.
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