La neoyorkina Alicia Keys se puso hoy en Barcelona la corona que la reconoce como la nueva reina del soul, tras un concierto de casi dos horas en el que encandiló, con su famoso chorro de voz y una escenografía discreta pero efectiva, a los miles de seguidores que se congregaron en el Palau Sant Jordi para asistir a la primera parada española de su 'Freedom tour'.
Keys apareció puntual en el escenario prisionera en una jaula, donde cantó la metafórica 'Caged bird', y 'Love is blind'. Una vez liberada, repasó brevemente 'You don't know my name' y se sumergió de lleno en 'Fallin'', el tema que le dio fama mundial cuando apenas tenía 20 años.
Ahora, ocho años después, y embarazada de su primer hijo, Keys se movió con soltura sobre el escenario en las primeras canciones, pero después de una breve charla con los espectadores y tras mirar de reojo a un piano de cola que proyectaba insistente 'tócame', la cantante se acercó por fin a su entorno natural para cantar la primera gran balada de la noche, 'Pray for forgiveness'.