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La batalla por Madrid entre PP y Ciudadanos (y dos maldades con interrogante)

  • Madrid es el gran escaparate nacional e internacional del próximo 26-M
  • ¿Está pensando Rivera en Garrido y no en Aguado como presidente?
Garrido y Aguado. Foto: Efe

Mientras Sánchez sigue encantado de haberse conocido contemplando desde su atalaya de La Moncloa la guerra fratricida de sus rivales del centro y la derecha, estos continúan empecinados en esa especie de primarias por el liderazgo de la oposición en que han convertido los comicios locales y autonómicos del 26-M.

Ambos son conscientes de que necesitan ganar poder territorial para recuperar o conseguir parte de la influencia política que en el Parlamento les han negado los resultados de las pasadas elecciones generales. Uno, el Partido Popular, para evitar una catarsis que podría derivar en hundimiento, y otro, Ciudadanos para rematar ese sorpasso del que se quedo a las puertas en abril. Rivera ya no oculta que quiere ser Rajoy y para ello necesita gobernar Madrid aunque ello obligue a olvidar su "no es no" al PSOE y a Pedro Sánchez o a ceder al mejor postor algunas plazas periféricas.

Madrid es el gran escaparate nacional e internacional, admiten desde la formación naranja, "la consolidación como la alternativa real al socialismo y la rampa de lanzamiento para gobernar España". Además es el feudo tradicional de los populares y su pérdida sería también "el símbolo de su derrota final".

Pero eso lo saben también en el PP, y para evitarlo confían en recuperar muchos de los votos de castigo que se han marchado a Vox. Formación que recuerdan "ha quedado muy por debajo de sus proyecciones". Esperan que muchos de quienes desertaron se hayan dado a cuenta que "su voto de cabreo sólo ha servido para hacer presidente a ese Pedro Sánchez al que querían echar". Tienen también más y mejor infraestructura e implantación territorial y un magnífico aspirante a la alcaldía en la persona de José Luis Martínez-Almeida. Pero son conscientes de que salen con el estigma de caballo perdedor y el discurso de Casado "sigue sin calar ni convencer", lo que hace que muchos candidatos se desmarquen de Génova, de la dirección y de las siglas del partido.

Por cierto que al tiempo que los contendientes preparan la batalla, en los círculos políticos de la Villa y Corte empiezan a circular dos maldades con interrogante que afectan directamente a cada uno de los bandos.

La primera es si ¿está pensando Rivera en Ángel Garrido y no en Aguado como presidente de la Comunidad, en caso de ganarla? "Tiene experiencia en la gestión, conoce perfectamente el terreno y, sobre todo, las debilidades y los trapos sucios del PP", dicen, para preguntarse si ¿podría ser ese el pago a su traición?

Y en el caso del PP son muchos quienes plantean si "conocían de antemano Casado y su núcleo dirigente el desastre popular en Cataluña y para asegurar sueldos colocaron a Alicia Sánchez Camacho y Andrea Levy en las candidaturas autonómicas y municipales de Madrid".

Yo, desde aquí, ni asevero ni desmiento. Sólo me limito a contar lo que se cuenta y esperar.

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