
Son casi 9 millones de españoles los pensionistas que contabiliza la Seguridad Social, y más de 3, 2 millones de parados, en conjunto más del 30% de los llamados a votar el próximo domingo. Y, por fin, el martes ellos pudieron atisbar las propuestas y los planes que los cuatro aspirantes a la Presidencia del Gobierno tienen para aprobar estas dos asignaturas pendientes de nuestra economía.
Forzados posiblemente por el formato del debate y por la insistencia de los moderadores, Sánchez, Casado, Iglesias y Rivera tuvieron oportunidad de desgranar qué y de qué manera piensan garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, muy ligado por otra parte, a la evolución del empleo y del crecimiento de la economía.
La fórmula la dio Pablo Iglesias, por cierto fue el que mejor supo explotar la segunda oportunidad televisiva, cuando afirmó que la mejor garantía de las pensiones es el empleo de calidad y unos salarios dignos. Lástima que se quedara en el planteamiento y los esbozos que apuntó para desarrollarla parecían demasiado incompatibles y confusos.
Quien sí aprovechó el envite para aportar sus soluciones fue Pablo Casado –más entonado y combativo que el día previo- desgranando la agenda de reformas que incluye un programa económico que tiene como base una bajada sustancial de impuestos suprimiendo la fiscalidad sobre el Patrimonio y Sucesiones y rebajas en el IRPF y Sociedades para aumentar la capacidad de consumo, dinamizar la producción y la creación de puestos de trabajo. Todo ello sin afectar a la competitividad de las empresas y de las exportaciones y acompañado de una apuesta decidida por la unidad de mercado y mantener el proceso de reformas estructurales.
Planteamientos que coinciden en casi su totalidad con los de Ciudadanos, aunque Albert Rivera perdiera la ocasión de explicarlos mejor y con más claridad. Eufórico al sentirse vencedor de la primera vuelta del debate, apareció demasiado acalorado y pasado de vuelta, más empeñado en atacar que en proponer.
Y quien se mantuvo en su tónica de silencios y evasivas – tanto en economía como en el indulto a los golpistas y sus alianzas con ERC y con Puigdemont- fue un Pedro Sánchez que se limitó a recitar sus cantilenas de justicia social y los decretazos de sus "viernes sociales", pero sin desgranar sus planes que pasan por subir los impuestos directos e indirectos y cambiar algunos aspectos de la reforma laboral, ya no todos como prometió cuando estaba en la oposición y en su investidura.
Junto a ellos el gran ausente del debate fue Santiago Abascal. Aunque por lo que si nos atenemos a sus mítines tampoco hacía mucha falta. ¿De verdad se ha explicado con detalle el programa económico de VOX? Sabemos que hablan mucho de Don Pelayo, de María Pita, de suprimir las autonomías, de cerrar medios de comunicación y que ya han elaborado listas negras de periodistas a los que vetan en sus mítines. Pero nada sabemos, o casi, de sus propuestas en pensiones, empleo, trabajo autónomo, dependencia, fiscalidad o modelo productivo. Será que no les parecen prioritarios.
Pues eso, que el domingo las pensiones y el empleo están en juego y también votan.
Que se sepa.