La legislatura que está a punto de terminar en la Comunidad Valenciana ha sido estable, pacífica y dicen que productiva. Los temores más graves que albergaron muchos ciudadanos de esta región cuando se firmó el pacto del Botánic no se han confirmado por la acción de un gobierno multipartito con formaciones políticas difíciles de ensamblar. No se ha aprobado una justicia propia al margen de los tribunales españoles, ni se ha iniciado una senda con hechos a favor de este pancatalanismo que denunciaban quienes abandonaron el poder en 2015, pese a volver a ser la opción más votada (ya sabemos que en España, electoralmente hablando, el que pierde, gana). El presidente valenciano ha sido un dirigente sensato durante estos cuatro años, bien es cierto que más dedicado aparentemente a los problemas internos de su partido que a una acción de gobierno brillante para sus ciudadanos.
La revelación del verdadero Ximo Puig ha llegado, inopinadamente, a diez semanas del final del mandato autonómico que asumió aquél 28 de junio de 2015 al convertirse en el sexto presidente de la Generalitat Valenciana. Ha disuelto las Cortes y convocado las elecciones anticipadas más peculiares de la historia de la actual etapa democrática en España. Adelanto electoral de un mes y dos días porque esta autonomía lleva el mismo calendario que las otras doce comunidades que celebran sus comicios el cuarto domingo de mayo cada cuatro años, aunque en Valencia el presidente tiene atribuida la facultad de disolver anticipadamente el paramento territorial. ¿A qué puede obedecer la decisión de un presidente que ha agotado la legislatura casi al 99% de adelantar cuatro semanas la cita con las urnas?.
Puig ha explicado públicamente varios motivos. Afirma que es una vieja aspiración de singularizar la Comunidad Valenciana respecto al resto de autonomías, con las que debe ser apestoso coincidir en cuestiones como votar. Dice también que la intención es que se visibilice la Comunidad, y que es una campaña de marketing para esta región. Añade que trata de aprovechar la movilización general y que la Comunidad esté presente en el debate nacional donde "el oasis valenciano" puede ayudar. ¿Pero de qué está hablando Puig?. Podríamos sacar a la calle los micrófonos para constatar esa avidez de protagonismo de los valencianos en el debate político nacional, ese deseo frustrado de singularizar la Comunidad Valenciana que está diluida en un mar de trece autonomías que sepultan los anhelos ciudadanos, personales y colectivos de sus gentes anónimas. ¿Qué dirían a esto en los bares y cafeterías, en las plazas, en los consultorios médicos?
De ser cierto este argumentario, Puig habría sido más serio si hubiera anunciado esta decisión diferenciadora respecto al resto de regiones hace mucho tiempo, incluso haberlo incluido en su programa electoral. Lo cierto es que el presidente de la Generalitat ha utilizado un recurso público en beneficio de su partido y de su candidatura, porque la única razón para este absurdo adelanto electoral es que las expectativas de Ximo mejoran presuntamente si sus comicios coinciden con las elecciones generales. Es curioso: hace dos meses los barones socialistas no querían ni oír hablar de una coincidencia electoral el 26 de mayo con las autonómicas y las generales, por la toxicidad que parecía destilar la presencia de Pedro Sánchez en un cartel pidiendo el voto junto al de cada uno de ellos. Ahora se retuerce la normativa hasta límites insospechados para aprovechar el tirón que el PSOE está experimentando según los sondeos.
Puig y Sánchez han vivido momentos de tensión en su relación política dentro del PSOE, pero ahora ya son amigos y comparten hasta foto de campaña. Y comparten también la utilización de los resortes del Estado para conseguir ventajas en la lid electoral. El presidente del gobierno lo hace con el CIS, RTVE, y hasta el Consejo de Ministros en sus descaradamente electoralistas "viernes sociales". El presidente valenciano lo hace también con la legislación para colocar las elecciones el día que más le conviene cuando su mandato está ya casi agotado.