
El año 2018 ha sido decepcionante para los mercados bursátiles, pero es que, además, a punto de concluir el año se han generalizado los temores de que 2019 pueda ir aun peor. Entre el 1 de enero y el 4 de diciembre las acciones españolas han caído un 7,2% -un 12,7% desde los máximos de enero-.
En un ejercicio marcado en general por la inestabilidad, en el plano internacional la evolución ha sido positiva, si bien apenas un 3,3%. Sin embargo, algunos datos invitan al optimismo. El primero es que la inactividad se ha generalizado en la política, sobre todo en España y Estados Unidos. Esto abona el terreno para el mejor año del mandato presidencial en EEUU, el tercero, que también será provechoso para los valores en España y, en general, en todo el mundo.
Durante décadas, en los mercados desarrollados las acciones se han comportado mejor cuanto menor era la posibilidad de que se aprobaran grandes cambios legislativos. Esto es así porque, a la hora de diseñar la planificación y gestionar la empresa, los directivos trabajan con el campo más despejado, ya que hay menos circunstancias fuera de su alcance que puedan malograr sus estrategias.
Por disponer de un calendario político claramente establecido, en EEUU se constata de manera más palpable cómo obra en la bolsa este milagro del estancamiento político. A diferencia de lo que ocurre en Europa, allí no se convocan elecciones anticipadas que, a fin de cuentas, suponen un elemento adicional de incertidumbre. Normalmente, en EEUU el estancamiento es más intenso en la segunda mitad de la legislatura debido a la pérdida de poder del partido del presidente en beneficio de la oposición, tal y como ocurrió en las elecciones legislativas de noviembre, dos años después de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Por eso los presidentes suelen concentrar las reformas de peso en sus dos primeros años al mando del país, para aprovechar el momento álgido de su capital político. Desde 1925, -cuando arrancan las series de datos fiables- el precio en dólares de las acciones estadounidenses ha crecido el 58% y el 65% de las veces en el primer y segundo año respectivamente, valores por debajo de la media de acuerdo con la frecuencia habitual de rendimientos positivos, esto es, el 73,9%.
Importancia de legislativas
A mitad de mandato llegan las elecciones legislativas, la oposición logra la victoria y el bloqueo se apodera de las cámaras durante los últimos dos años. Además, el presidente pasa a centrarse cada vez más en su reelección y, como consecuencia, evita emprender medidas de calado que pudieran espantar a su electorado más moderado. No es casualidad que la tendencia descrita se dispare hasta el 91% en el tercer año y hasta el 83% en el cuarto.
En pocas palabras, desde 1939 -estallido de la II Guerra Mundial- las acciones estadounidenses nunca han bajado en un tercer año de mandato. Nunca. Un dato tan contundente como poco conocido. Igualmente, el tercer año registra los rendimientos medios más altos de los cuatro de toda la legislatura, el 17,8%, a una distancia de más de seis enteros del 11,1% del que ocupa el segundo puesto, el cuarto. El hecho de que ambos porcentajes sobrepasen la rentabilidad media anualizada de las acciones, el 10%, es otra prueba más de las ventajas del bloqueo político.
Por suerte para España, esta regla se puede trasladar a Europa. Con solo 84 de los 350 escaños del Congreso, la inestabilidad que caracteriza al Gobierno actual no permite a Pedro Sánchez sacar adelante demasiados proyectos. Las encuestas publicadas en verano, que apuntaban a una victoria socialista en unos eventuales comicios, daban a entender que el presidente podría anticipar las elecciones para ampliar su presencia en las cámaras legislativas. Es decir, la incertidumbre habría aumentado. Parece evidente que los malos resultados del PSOE en Andalucía, hasta ahora su bastión más importante, han trastocado sus planes. La posibilidad de perder el Gobierno se cierne sobre la Moncloa y ello va a reducir seguramente su capacidad para acometer nuevas reformas.
Un Congreso paralizado y un Trump moderado reducen el riesgo, lo que anima el parqué
Estados Unidos, por su parte, está a punto de iniciar el tercer año de legislatura. Las legislativas de noviembre partieron en dos la Administración, complicando así la aprobación de proyectos de largo alcance. Trump tiene intención de volver a ganar las elecciones en 2020, aunque todavía no sabe a quién se enfrentará. Sus posibles contrincantes están ocupados en pregonar las ideas principales que llevarán a la campaña. ¡Menos tiempo para legislar! Un Congreso paralizado y un Trump más moderado deberían reducir el riesgo político y, en consecuencia, animar el parqué.
El estancamiento político es uno de los pocos factores positivos que las acciones no han incorporado a su precio debido, a mi juicio, a que a los votantes les cuesta aceptar que sus gobernantes estén mano sobre mano: ¡se supone que deberían ganarse el sueldo! Además, los que sí perciben esta evolución al alza del tercer año la identifican como una anomalía estadística y, por ello, la ignoran, ya que no son capaces de explicar la correlación entre una cosa y la otra. Si ellos pierden, usted puede ganar.
A pesar de que este fenómeno se dé en EEUU, sus consecuencias se extienden por todo el globo. Las magnitudes nunca coinciden, pero los movimientos de los mercados desarrollados suelen mostrar tendencias afines. Sin duda, esto es así para el caso de España y Estados Unidos, cuyo coeficiente de correlación para el presente mercado alcista es de 0,67. Teniendo en cuenta que un valor de 1 sería una sincronía perfecta, 0,67 significa que ambos mercados se mueven en paralelo dos tercios de las veces, o sea, que España tiene el viento a favor para beneficiarse de este doble bloqueo político, el de su Gobierno y el que viene del otro lado del Atlántico.