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Festín populista contra un impuesto con 25 años de antigüedad

Pedro Sánchez. Foto: Efe

Pedro Sánchez ha cambiado en tan sólo 24 horas su hasta ahora inamovible percepción sobre un posible adelanto electoral. No se trata de pensar que caerá en la tentación de disolver las Cortes en un futuro inminente, porque siguen siendo mayores el riesgo de perder la presidencia y su apego al poder, lo que ha visto satisfecho al poco de doblar la cuarentena. Pero tendrá a buen seguro sueños húmedos pensando en cómo rentabilizaría de inmediato su última aparición en el escenario: el presidente que liberó a los españoles del diezmo confiscatorio del que nadie habló durante sus 25 años de existencia, y que de repente se ha convertido en el demonio repudiado por todos.

El destino le ha proporcionado una oportunidad pintiparada para salir a la arena y envolverse en la capa de justiciero social y defensor de los futuros españoles hipotecados. De los hipotecados del pasado no sólo no se acordó durante años, sino que el partido al que pertenece les castigó creando primero y subiendo después el denostado impuesto de Actos Jurídicos Documentados, con la ayuda de su socio preferente, que también se suma a la fiesta de la hemorragia demagógica con su vuelta a las manifestaciones callejeras ante instituciones democráticas como el TS.

La oportunidad del destino es similar a la que le brindó aquella frase de la sentencia Gürtel sobre el testigo Mariano Rajoy, que le puso en suerte el ardid necesario para presentar la muy meditada y durante meses preparada moción de censura. "Que nunca mas los españoles paguen este impuesto y lo pague la banca". La frase es digna de pasar a la historia por acercarnos un perfil del presidente muy cercano al del justiciero de Sherwood que quita a los ricos el dinero de los impuestos injustamente cobrados y se lo entrega a los pobres. Ocurre que el verdadero Robin Hood, el auténtico, habría aprovechado el momento para eliminar la carga impositiva y no para traspasársela a otro actor que además tiene suficientes recursos para evitar pagarla. La enorme maquinaria que arropa al ejecutivo y a los partidos que le sostienen evitará explicar a los españoles la realidad de todo este embrollo: que seguirán pagando el impuesto vía subida de costes de su hipoteca. Eso, en el supuesto de que esta medida por decreto llegue a aprobarse alguna vez.

El denostado TS ha proporcionado a Sánchez un festín de populismo que ha encerrado la mayor irresponsabilidad que se recuerda a un presidente del gobierno en las cuatro décadas de democracia, y miren que las ha habido gigantes y de todos los colores: recomendar, en público y con toda la solemnidad impostada que el Alto Tribunal haga autocrítica y expíe sus pecados. El gobierno que teoriza su respeto las decisiones de la Justicia recomienda al Supremo que reflexione y reconozca sus errores y el caos que ha provocado, a escasas semanas de que empiece el juicio por el golpe independentista. Sentido de la oportunidad.

Todos los partidos en realidad están tratando de aprovechar el escenario abierto tras los titubeos del Supremo, pero a quien toca juzgar con bisturí más afilado es al actor principal, que ha dado un paso adelante posiblemente decisivo para influir en el voto de los electores, sean cuando sean las elecciones generales. Viendo el panorama que tiene

en frente, Pedro Sánchez ha apuntillado a la mayoría social para ser claro ganador de la próxima cita con las urnas, tras la que saldrá reforzado y renovará previsiblemente su mandato. La duda razonable es si habrá en la manifestación contra los tribunales del justicia del sábado presencia de dirigentes socialistas. Podría incluso verse por allí, de paisano y en una posición discreta entre la masa aunque bien colocado para la oportuna foto, al presidente autonómico del PSOE que incrementó el impuesto de las hipotecas un 50%.

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