Firmas

Gobierno sin resuello

El actual gabinete de Pedro Sánchez. Foto: Efe.

Pedro Sánchez fue hábil al lanzar una moción de censura por sorpresa que obligó a los diputados a votar un programa binario: sí o no a Rajoy. Hubiera logrado eludir cualquier factura por ese apoyo que salió de las vísceras si, tal y como prometió, hubiera convocado elecciones unas semanas después de tomar el poder. Sin embargo, por cálculo político o por ambición decidió convertirse en presidente y las hipotecas que entonces eludió se pasan ahora al cobro. Su problema (y el de todos) es que la que no desborda la legalidad sobrepasa la capacidad económica del país o la de un Ejecutivo representado en el Parlamento por tan solo ochenta y cuatro diputados. La realidad es la que es y no logrará cambiarla por muchas fotografías bonitas que las terminales mediáticas de Moncloa difundan en redes sociales.

En Cataluña quieren saber qué hay de lo suyo y a estas alturas, con los violentos cachorros de la CUP marcando el paso al Gobierno del peligroso e imprevisible Quim Torra, las declaraciones de buenas intenciones de Sánchez y sus aplausos al referéndum de Quebec resultan insuficientes para una clase dirigente autonómica que se ha jugado su propio futuro al todo o nada. Ya han puesto fecha para hacer efectiva la república, el 21 de diciembre.

Si Sánchez recurriera al Partido Popular y a Ciudadanos, podría intervenir, conjurar el golpe e incluso apuntarse un buen tanto en su haber, pero se resistirá, porque siente el aliento de Podemos en el cogote y es con él con quien reparte los votos de la izquierda.

La negativa de un Pablo Iglesias cada vez más débil a apoyar el presupuesto no es más que una forma de hacerse visible, de reclamar protagonismo y poder de cara al electorado y a sus propias filas, cada vez más rotas, pero logra trasladar a la opinión pública la sensación, respaldada por los hechos, de que no hay tregua para este Gobierno superado por las circunstancias y las demandas de los que le apoyaron.

Sólo el Partido Socialista calla. Aunque el poder siempre ha sido un buen aliciente para mantener el silencio, no será por mucho tiempo. La convocatoria adelantada de elecciones en Andalucía puede dar a Susana Díaz, si gana esos comicios, y a la izquierda constitucionalista el aval que las primarias en Ferraz le negaron para plantar batalla a la estrategia suicida del inquilino de la Moncloa.

A medida que pasen las semanas, el camino del Gobierno hacia las elecciones será más abrupto y su estrategia de fragmentar a la derecha sacando de su tumba a Franco será insuficiente para esquivar una monumental derrota. Vox, por más que sus voceros difundan lo contrario, no genera todavía entre las clases medias urbanas el miedo atroz que en su día provocó Podemos, a beneficio de inventario de Mariano Rajoy.

A Sánchez le quedan ya pocos conejos que sacar de la chistera. Sin nada con que contentar a los separatistas y sin dinero para hacer el presupuesto expansivo que le exige Podemos, o convoca elecciones o llegará a 2020 convertido en un Gobierno zombi.

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