Firmas

Reforma de la Constitución: una propuesta digna de rectificación

Pedro Sánchez y Carmen Calvo. Foto: Efe

La novela La Cortina de humo, de Larry Beinhart, que tan eficazmente convirtió en guión el dramaturgo David Mamet, se nos ha cruzado a todos en la mente con motivo de la actualidad política española de este arranque de semana. Wag the Dog era el título original de la película que se inspiró en ella, aunque el original literario se tituló American Hero. La hemos recordado por el anuncio del presidente del gobierno, en plena polémica por las dudas sobre su tesis doctoral, de aprobar una reforma de la Constitución Española para acabar con los aforados que sólo pueden ser juzgados en el Tribunal Supremo, lo que deja al resto de mortales en una situación de discriminada inferioridad según la visión que de manera generalizada se ha trasladado a la opinión pública desde hace años.

La propuesta de Sánchez tiene elementos positivos: abre de una vez el debate sobre ese supuesto privilegio, pero lo hace a medias y discriminando los casos judiciales que se hayan producido en ejercicio de la política corrupta. Sólo se eliminarán aforamientos ajenos a la actividad política, pese a que el presidente ha sido el látigo de la corrupción de los demás. Sólo faltó aclarar en la Casa de América que la reforma llevaba el nombre de 'Pablo Casado' para ser reconocida por los españoles, como la 'ley mordaza' o los 'decretazos'.

El plazo marcado por Pedro Sánchez al anunciar esta reforma no deja de ser sorprendente. Dos meses no son tiempo suficiente para realizar una reforma constitucional, sea del calado que sea. Tampoco ningún gobierno puede anunciar algo que no está en su mano, mucho menos si el grupo parlamentario que le apoya no llega ni a cien escaños. Un retoque a la Carta Magna hecho con seriedad requiere de un largo acuerdo madurado en reuniones de dirigentes políticos responsables que no antepongan intereses propios a los generales, y que sean generosos con la visión que los demás tienen sobre lo que hay que cambiar y cómo cambiarlo. Requiere generosidad en aras al bien común. Como ocurrió en el Parador Nacional de Gredos en 1978.

Y luego vienen los daños colaterales: los socios de moción de censura y de mayoría parlamentaria ya han levantado el dedo, como cabía esperar, reclamando qué hay de lo suyo en este baratillo político, y pidiendo que la reforma constitucional sea votada en referéndum y que incluya su independencia añorada, además del cuestionamiento sobre la Monarquía. Lo del río revuelto, esculpido en mármol.

Pronto comprobaremos si ésta se convierte también en una de las muchas rectificaciones del presidente, en todo o sólo en parte como sería aconsejable. De todas las que Sánchez y su bisoño equipo han protagonizado, siendo la mayoría sonoras y sonadas, la de mayor gravedad democrática es la amenaza de querellas contra medios de comunicación que a los dos días se quedan en demandas. Veremos también en pocos días si entre esos cambios de criterio se incluye la temible subida de impuestos que cada día se deja caer por goteo. Los españoles que fruto de su esfuerzo, capacidad, formación educativa y talento perciban anualmente más de 140.000 euros brutos, además de ser señalados como los 'ricos' de los que tanto se ha hablado, tendrán que pagar al Estado en forma de requisa más de la mitad de su remuneración.

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