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Morir de éxito (II)

Foto: Dreamstime

El anuncio hecho por el economista Schumpeter (1883-1950) de que el capitalismo moriría de éxito, no parece hoy en día una hipótesis teórica o un ejercicio de alta especulación sino una posibilidad con crecientes visos de probabilidad, tal y como ya se dejó dicho en la primera entrega de este artículo. ¿Qué alternativa tenemos a esta situación que se nos puede avecinar en dos o tres generaciones aproximadamente? | Lea Morir de éxito (I).

Los siglos XIX y XX alumbraron las grandes construcciones alternativas al capitalismo basadas fundamentalmente en la clase obrera y sus aliados. Y aunque el marxismo sigue siendo un método de análisis incontestable sobre el código genético del capitalismo y una guía indispensable para la praxis revolucionaria, no es menos cierto tampoco que el tiempo ha dejado al descubierto carencias, ha generado excrecencias y ha planteado nuevas incógnitas. Igual ha ocurrido con el otro gran movimiento obrero: el anarquismo y su concepción filosófica, la acracia.

En 1961 y prologado por Sartre se publicó el libro de Frantz Fanon Los condenados de la Tierra, que además de constituir una denuncia sobre la colonización del llamado Tercer Mundo se erigió en el revulsivo por excelencia para proceso de concienciación, lo cual ha desembocado en la actual visión de la multiculturalidad como sinónimo de cuestionamiento de los modos de vida y visiones económicas occidentales, tenidos hasta ahora como patrón único para todo el orbe.

En plena integración de la clase obrera occidental en el sistema a través del llamado Estado del Bienestar apareció en 1972 un libro titulado Los límites del crecimiento, que escrito por Donella Meadow ponía el énfasis en advertir al sistema de las nuevas fronteras que no podía traspasar so pena de destrucción masiva: la finitud de los recursos y los límites físicos del planeta; es decir, la insostenibilidad del crecimiento permanente como pilar básico del capitalismo y la industrialización que conlleva.

A comienzos del siglo XX con el movimiento sufragista comenzó una lucha que hoy se expresa con la fuerza de las grandes concepciones y cuestionamientos del orden existente: la lucha de la mujer no solamente por la plena igualdad sino también como partenaire incuestionable en la construcción social. Su velada y no reconocida aportación milenaria a la economía ha irrumpido con la fuerza de los agravios atávicos. Ya nada podrá ser igual.

¿En cuál de éstas cuatro visiones está el embrión de la alternativa al capitalismo? Por cuestión de espacio se verá en la siguiente entrega.

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