
Tal y como muestran todos los indicadores, la incógnita de la solvencia del actual sistema público de pensiones, la cual es totalmente apremiante a día de hoy, se solucionará a medida que surtan efecto las últimas reformas, trasladándose a la insuficiencia, sobre todo, a las futuras pensiones. La tasa de sustitución bajará del 82 al 45% en el 2060, por lo tanto, si queremos mantener las actuales, con el fin de poder mantener el nivel de vida, se antoja caprichosa la necesidad de planificar la jubilación.
Finalmente se han abonado los atrasos de la subida de las pensiones, que este año repuntarán un mínimo de un 1,6%, lo que supondrá un desembolso de algo más de 1.100 millones para la Seguridad Social. No obstante, la realidad es otra, en base a las cuentas de la Seguridad Social. Con el fin de no incrementar el déficit, las pensiones deberían reducirse un 2,5% en el presente ejercicio.
La mayoría de los ciudadanos creen tener la jubilación asegurada, pero, a medida que se va aproximando el momento es cuando empieza a generarse cierta preocupación. Ahí es cuando descubren que la realidad es totalmente diferente, porque sufrirán una merma de ingresos importantes, lo que le impide mantener el nivel de vida adquirido hasta ese momento.
La planificación de la jubilación asegura la independencia financiera y el estilo de vida requerido una vez llegada la edad de la jubilación, cuyo fin es proteger a las personas contra el riesgo de sobrevivir a sus recursos financieros. Está dentro de cualquier planificación financiera, cuya finalidad es compatibilizar los objetivos personales y financieros de cada individuo, fruto de sus exclusivas necesidades y expectativas diferentes, con la situación patrimonial en el presente y su potencial proyección futura.
A la hora de analizar cuándo es el momento ideal para empezar a ahorrar, la respuesta es rotunda: ¡cuanto antes!
Es aconsejable comenzar en el mismo momento en que ingresamos en el mercado laboral. Cuanto antes empecemos menor será el esfuerzo que tendremos que hacer el día de mañana, no solo por disponer de más años para ahorrar, sino porque a lo largo de esos años, la rentabilidad que pueda generar ese ahorro nos ayudará a conseguir antes nuestro propósito.
En esta fase, denominada de capitalización, las aportaciones realizadas son bajas, aunque la misma tiene una importancia relevante porque genera responsabilidad y compromiso para fraguar nuestro retiro. En las sucesivas fases de maduración y de extinción, el nivel de aportaciones se incrementa gradualmente de manera considerable, ya que nuestra capacidad de ahorro es superior y el horizonte temporal es menor.
No podemos obviar que planificar la jubilación es un proceso dinámico, (a corto, medio y largo plazo), que tiene como finalidad mantener el nivel de vida, cubriendo la diferencia de ingresos entre el último salario en activo y la pensión pública.
Es un proceso altamente complicado, ya no solo por la multitud de parámetros que requiere el mismo sino, también, porque es necesario finalizar con éxito todas y cada una de las fases. El proceso de planificación a la jubilación consta de cinco fases perfectamente definidas:
En primer lugar, comenzamos dicho proceso con una total predisposición a la escucha activa, dado que es de obligado cumplimiento recopilar el mayor grado de información posible, tanto objetiva como subjetiva. En esta fase, el famoso refrán, "el que tiene la información tiene el poder", es absolutamente cierto.
En segundo lugar, una vez obtengamos los datos relacionados anteriormente procederemos a realizar un análisis de la situación actual con el fin de definir los aspectos básicos: horizonte temporal, nivel de ingresos y de gastos los cuales determinarán la capacidad de ahorro, por último, el nivel de vida deseado a partir de la jubilación.
La tercera fase sería calcular los objetivos financieros a corto, medio y largo plazo. La cantidad a ahorrar de forma periódica vendrá determinada por diferentes factores, pero los más importantes son la capacidad de ahorro (ingresos y gastos), el nivel de vida deseado una vez jubilados y el horizonte temporal hasta la jubilación.
En cuarto lugar, elaborar el plan de previsión personal en base al volumen de aportaciones, estrategia de inversión de la totalidad de las etapas del proceso, valor patrimonial en el momento de la jubilación y, por último, selección de las diferentes alternativas propuestas.
En quinto lugar, revisión periódica, siendo irrenunciable llevar a cabo una revisión anual del plan de previsión personal definido con el fin de comprobar si realmente se están cumpliendo los objetivos financieros fijados, si se está obteniendo las rentabilidades proyectadas, si estamos adaptando la capacidad de ahorro en función de la fase en la que nos encontremos en el ciclo de vida del ahorrador y si tendremos que ajustar el plan en base a las posibles modificaciones fiscales que pudiesen haberse acometido.
El aumento de la esperanza de vida ha convertido la jubilación en una etapa extensa de la vida. Una persona puede esperar vivir jubilada de quince a veinticinco años o más. Esto es mucho tiempo. ¿Qué clase de jubilación quiere para usted?, ¿en qué forma deberá gastar su dinero durante la jubilación?, ¿cómo puede prepararse para la jubilación y cuándo debe comenzar a hacerlo?
En cualquier caso, al tratarse de un proceso dinámico en el que deben ser consideradas numerosas variables, tanto económicas como sociales, es aconsejable recurrir a un asesoramiento profesional para estimar de forma razonable cuáles son las necesidades de ahorro para mantener un determinado nivel de vida una vez jubilados.