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EEUU puede desacelerarse, pero no pararse

Foto: Archivo

Tal vez el principal cambio de régimen de la presidencia de Trump sea de política comercial, más que fiscal. Hay que tener en cuenta que tras la II Guerra Mundial, la tendencia, más acentuada desde el final de la Guerra Fría, ha sido una marcada reducción de la protección frente a las importaciones. De hecho, según el Banco Mundial, el arancel promedio en EEUU es muy bajo, 1,7% actualmente -4% en la década de 1990-. Incluso los teléfonos móviles de Asia, por ejemplo, carecen de arancel.

Pero estimamos que la imposición de aranceles a las importaciones de la Administración Trump forman parte de una técnica inspirada en el libro El arte de la negociación del presidente. Trump se guía por la necesidad de éxitos políticos simbólicos, al menos hasta las elecciones de mitad de mandato de este noviembre. De hecho el peor escenario, una auténtica guerra comercial, puede evitarse con la resistencia de los grupos de presión empresariales de EEUU, su Congreso y el mercado bursátil. De momento la solidez de los sondeos revela que la comunidad empresarial continúa optimista, pero los lobbies empresariales se ven golpeados por las represalias chinas y muchos miembros del Congreso creen que los aranceles están escapándose de las manos. El caso es que hay que encontrar una solución en que Trump pueda decir que ha ganado con sus políticas populares.

Mientras los aranceles pueden aumentar los costes para las empresas de EEUU. Incluso los automóviles extranjeros están en el punto de mira y algunas cadenas de suministro pueden verse afectadas. Pero de momento el efecto macroeconómico directo es limitado. Ello es atribuible entre otras cosas a que EEUU tiene una economía relativamente cerrada, con un gran mercado interior, pues su comercio internacional (importaciones más exportaciones) representa solo el 28% de su PIB. Así que los primeros aranceles al acero y aluminio introducidos en junio y la primera tanda a las importaciones chinas desde el 6 de julio, pueden restar un 0,1% al crecimiento anual de su PIB. Los nuevos aranceles con que amenaza la Administración Trump pueden detraer otro 0,3%, pero si los próximos 12 a 18 meses el ritmo de actividad económica sigue por encima del 2% anual no deben hacer volcar al superpetrolero americano. Incluso algunos sectores expuestos a los flujos comerciales internacionales pueden soportar los aranceles, sin que se extienda al resto de su economía.

De hecho y de momento las señales de recesión en EEUU siguen siendo relativamente escasas. En líneas generales, hay dos causas principales de las desaceleraciones económicas o incluso de las recesiones. Una es los fuertes aumentos de los salarios o costes del pago de la deuda, con márgenes empresariales sometidos a presión. Otra es una fase de contracción de precios de los activos. Respecto a los salarios en las dos últimas recesiones los costes laborales unitarios, medida del crecimiento de los salarios ajustado al de la productividad, crecían más del 3% interanual, pero en esta ocasión solo al 0,5% hasta el primer trimestre de 2018, siendo tranquilizadora la solidez de los márgenes empresariales. Además las empresas de EEUU mantienen un férreo control de costes y están generando fuerte flujo de caja. De hecho la rebaja fiscal de diciembre ha proporcionado apoyo, si bien no es la única causa. Según la Reserva Federal la generación de caja empresarial aumentó en tasa interanual un 14,6% el primer trimestre, superando el 4,7% de crecimiento del PIB nominal (incluyendo inflación). Además, aunque la Reserva Federal está subiendo los tipos de interés, lo hace a un ritmo gradual, que esperamos mantenga. En el anterior ciclo de expansión los tipos de interés en EEUU alcanzaron el 5,25%, pero ahora apenas el 2%, así que siguen bajos.

De todas formas, aunque no hay cronómetro que diga que su ciclo económico está a punto de terminar es más difícil encontrar catalizadores de crecimiento y hay que estar atentos al final del ciclo, cuando la economía es más sensible a los shocks. Hay que tener en cuenta que EEUU ha experimentado 108 meses de expansión hasta junio de 2018, superando los 73 de su anterior fase expansiva (noviembre 2001-diciembre 2007) y acercándose al récord de 119 meses entre abril de 1991 y febrero de 2001. En el caso del mercado de automóvil, que ha respaldado las expansiones económicas del país en el pasado en 2016, con 17,5 millones nuevos vendidos, recuperó su velocidad de crucero anterior a la crisis financiera, pero las ventas han disminuido ligeramente desde este máximo.

Respecto a los precios de los activos en EEUU conviene estar atentos a determinados subsegmentos del mercado inmobiliario, como inmuebles comerciales.

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