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La necesidad de un cambio en el modelo turístico existente

Playa de Benidorm en temporada alta. Foto: Getty.

Somos potencia mundial en turismo, una de las actividades más dinámicas e intensivas en empleos. Según varios rankings, España es el segundo país más visitado del mundo y el primero en competitividad turística. Pero la bondad de estas cifras no nos pueden ocultar que este sector se halla inmerso en un proceso de transformación debido a la progresiva saturación del modelo de sol y playa, que aún hoy representa más del 80%, con impactos negativos en el medio ambiente y en el bienestar social.

El malestar es especialmente patente en las ciudades más saturadas de turismo. Así, la subida generalizada de alquileres, no solo turísticos, ha estado muy influida por el crecimiento espectacular de las plataformas digitales P2P de alojamiento turístico (Airbnb es una de las más conocidas), que han ejercido un fuerte efecto llamada/contagio en muchos propietarios de viviendas para destinarlas, previa reforma, al alquiler a precios altos, en paralelo con el boom del alquiler turístico, reduciendo la oferta de vivienda estable. Ésta ha derivado (especialmente en el segmento de menor superficie) hacia la nueva oportunidad especulativa. Por supuesto hay otros factores que explican la subida de alquileres y cuya descripción excedería del ámbito de este artículo. En España ha aumentado espectacularmente la demanda de alquiler porque hay demasiados empleos temporales e insuficientemente remunerados, para quienes sigue siendo inaccesible conseguir la entrada y posterior hipoteca para la compra de un piso, ante mayores y justificadas exigencias de las entidades bancarias. Esto, unido a la escasez de viviendas sociales. Pero la contribución del auge de las viviendas turísticas no es, desde luego, desdeñable. Curiosamente, en varios artículos académicos de los últimos años se decía que los precios de alquiler descenderían con estas plataformas digitales. El argumento principal era que con el "alojamiento colaborativo" habría muchos "prosumidores" y se lograrían mejoras en la asignación de recursos infrautilizados. No se tenían en cuenta factores tan importantes como el efecto llamada de dichas plataformas, el boom del turismo y la devaluación salarial persistente.

Es necesaria una estrategia para frenar este crecimiento desorbitado, con salarios y rentabilidades de los sectores dedicados al turismo que solo aumentan por volumen o por el componente inmobiliario. Es imprescindible una regulación adecuada de ámbito estatal; su ausencia es anómala. En algunos foros se habla de una clara dejación de funciones del Estado cuando en 2013 se permitió la regulación del alquiler turístico a cada CCAA. Mientras no se tome una decisión a nivel estatal, estas plataformas digitales, algunas auténticas multinacionales con gran poder de mercado, deberían ser gravadas adecuadamente, sin darles ventajas competitivas de las que otros carecen. Por ejemplo, gravar el alquiler de las viviendas turísticas no al tipo del Impuesto de Transmisiones sino al del IVA del 10%, que es el de los servicios hoteleros, y que sean estas plataformas quienes liquiden y paguen a Hacienda por cuenta del contribuyente, con las consiguientes obligaciones, sanciones si no cumplen, etc. De esta forma se evitaría la enorme evasión fiscal (una gran mayoría de los propietarios de estas viviendas no declara), los múltiples casos de fraudes (que han llevado a muchas ciudades, entre ellas Nueva York, a restringir la oferta) y la información imprecisa o confusa que lleva a extraer conclusiones erróneas.

Es necesario avanzar en el cambio de modelo. La combinación turismo de masas/competencia en precios no es una estrategia razonable y hace falta una ruta consensuada para que el turismo sea verdaderamente sostenible, más allá de eternas declaraciones. Es fundamental frenar la promoción del saturado turismo de sol y playa, no solo por sus inconvenientes en las zonas más saturadas, sino porque su modelo se reproduce al interior y urbano en aspectos clave como las condiciones laborales (ver las quejas de las trabajadoras de hoteles, conocidas como Kellys). Hay un enorme potencial de crecimiento en el turismo sostenible. Parece existir un consenso generalizado entre los principales actores y las instituciones estatales relacionadas (de hecho el Gobierno ha anunciado una hoja de ruta) para potenciar nuevas actividades y mercados como el turismo rural, deportivo, cultural o de congresos. No es tarea fácil, sino de medio y largo plazo, pero debe ser prioritaria o el desorden será cada vez mayor.

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