
No existe un veneno intelectual peor que creerse las propias mentiras. Un importante ex dirigente del PSOE, hace unos años, me dijo incluso que no había nada peor que creerse las propias "consignas". Utilicen el eufemismo que prefieran. Esto no es un problema para el PP, ya que, ahora, todos los candidatos a presidirlo abogan por bajar los impuestos. Sin embargo, ninguno de ellos abrió la boca, y varios votaron a favor de las mayores subidas de impuestos, de momento, de la democracia: las del PP de Montoro y Rajoy. Incluso, cuando Ciudadanos condicionó su apoyo al techo de gasto 2018 a la rebaja del IRPF para los que menos ganan, ninguno de los ahora candidatos a la presidencia del PP hizo otra cosa que apoyar a Montoro en su resistencia, finalmente fallida, a "dejar las zanahorias para las elecciones."
Sin embargo, el Gobierno del PSOE sí parece decidido a cumplir sus consignas, y ya está proponiendo múltiples subidas de impuestos para financiar el gasto sin control. Francamente: nunca pensé que un partido socialista en el Gobierno considerase seriamente su alternativa presupuestaria como una forma de cuadrar las cuentas públicas. Sin embargo, pese a que la nueva ministra de Hacienda desmintiese en su toma de posesión la obsesión por subir impuestos, no hay día que la prensa no destaque una nueva ocurrencia fiscal del PSOE para incrementar los ingresos, basada en ese documento mágico. Eso sí, que el Gobierno cumpla los deberes no parece estar en el guion: de momento, no ha cumplido el artículo 15 de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, y no ha presentado el acuerdo de techo de gasto antes del 30 de junio.
Por no hacer, el nuevo Gobierno ni siquiera se había molestado en publicar los presupuestos hasta esta semana. Esto ha retrasado derechos que hemos conseguido desde Ciudadanos, como la semana adicional de paternidad o la rebaja del IVA del cine, que este jueves se hacen realidad. También entra en vigor la rebaja del IRPF, que conseguimos imponer al PP de Montoro, y de la que se benefician los contribuyentes que ganan menos de 18.000 euros. Coincidiendo con este alivio fiscal, el PSOE propone crear nuevos tributos, de los que hablaremos otro día, y subir casi todos los impuestos: IRPF, combustibles, Sociedades... De todas las propuestas de subidas de impuestos, destaca una, la que supuestamente más ingresos aportará, y que el PSOE lleva dos años repitiendo: el tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades para las grandes empresas. Sólo esta medida supondría, según los cálculos del PSOE, más de 4.000 millones de euros de ingresos adicionales, sin que la clase media y trabajadora tengan que pagar nada. Resulta sorprendente que a los demás no se nos haya ocurrido una idea tan brillante. Es cierto que, con el PSOE en el Gobierno, en 2011, las empresas muy grandes pagaron el tipo efectivo más bajo de su historia, el 3,8% del resultado contable, pero ahora será diferente: basta con exigir un 15% mínimo sobre el resultado contable para que no se escape nadie...
Usted se estará preguntando si es tan sencillo. La respuesta es que es, simplemente, imposible: por este sistema no recaudaremos 4.000 millones, ni si quiera 1.000, y de paso crearemos unas distorsiones brutales en la economía. La razón fundamental por la que las muy grandes empresas sólo pagan un 7,3% de su resultado contable es que la mayor parte son dividendos y plusvalías de filiales en el exterior. Estos beneficios ya han pagado el impuesto de sociedades en otros países, y no deberían volver a pagarlo. Esto no es optativo, sino una obligación internacional asumida en más de un centenar de acuerdos internacionales, denominados convenios de doble imposición. Estos convenios priman sobre la ley interna, y España no puede incumplirlos unilateralmente. Y si el 15% mínimo no se puede aplicar sobre la mayor parte del resultado contable del Ibex 35, entonces queda en muy poca cosa. Aun así, usted puede pensar que igual el Gobierno insiste en aplicarlo. Y a lo mejor tiene razón. Esto tendría fundamentalmente dos efectos. El primero es que llevaría a la práctica desaparición la deducción más importante del impuesto de sociedades: la que incentiva la investigación y el desarrollo. Estaría bien conocer cuál es la opinión al respecto del flamante ministro de ciencia y universidades, y gran defensor de la escuela pública, Pedro Duque. La otra consecuencia es que las grandes empresas españolas no repatriarán dividendos para no tener que pagar impuestos de nuevo. Esto no es teoría, es lo que ocurría en EEUU hasta que Trump rebajó los impuestos a los dividendos repatriados.
Y ¿qué hacían hasta entonces las grandes empresas que querían repartir dividendos y no tenían caja en EEUU? Pedir un préstamo, como hizo Apple. Esto no es nuevo, ya lo conté en mi libro ¿Hacienda somos todos? (Debate 2014). Cuando las empresas hacen esto acaban más endeudadas y no se recauda más impuesto de sociedades, sino menos. De hecho, esta propuesta no se incluyó en el acuerdo de Gobierno entre Ciudadanos y el PSOE simplemente porque era inviable, y logramos convencer de eso al equipo económico del PSOE. Ahora vemos que Sánchez vuelve a creerse sus propias consignas, y a proponer medidas inviables o simplemente mágicas, como recaudar 1.500 millones más de la lucha contra el fraude sin tomar parte ninguna medida.
Éste es el inicio de un camino a ninguna parte. Se empieza gastando más, se incumplen las previsiones de recaudación, y finalmente se ralentiza el crecimiento, lo que disminuye la recaudación, mientras aumentan las presiones para gastar más (y peor). Ya no es que se ignore a los españoles en este cambio drástico de la política fiscal, es que ni tan siquiera se explica en el Parlamento. No sabemos si nos quedaremos solos en el Congreso, como en otras ocasiones, pero que no cuenten con nosotros para ocurrencias de subidas masivas de impuestos: no es lo que la economía española necesita, ni mucho menos lo que se merecen los españoles.