
Existe una expresión muy catalana que viene a decir que los locos hacen pleno en los bolos. Y tal vez es lo que pasará con el nuevo presidente de la Generalitat, Quim Torra. Se trata de un personaje que produce Repulsión, como en la película que dirigió Polanski en 1965 con Catherine Deneuve. Las cosas que dijo y escribió pueden compararse a las que se escuchaban en la Alemania fanatizada por Hitler.
Sin embargo, Torra no es un nazi como se le quiere presentar desde posiciones constitucionalistas. Es un provocador, cuyas intervenciones pretenden ser ingeniosas y están destinadas a impresionar. Recuerda a Donald Trump, quien provoca la misma reacción. Sus seguidores les ríen las gracias, y a sus detractores les repugna. Gabriel Rufián es de la misma cuerda, pero en estilo macarra.
No se les puede tener en cuenta, porque un día dicen una cosa y al siguiente la contraria. Con el tiempo, sus excesos se vuelven contra ellos y contra lo que defienden. En el caso del nuevo president tuvo que pedir perdón y comprometerse a que no volverá a hacerlo, aunque haya sido en voz baja. Los independentistas se han pegado un tiro en el pie eligiéndole para el cargo. La gran pregunta es si es un pirado, un loco o un fanático que terminará en Estremera con Oriol Junqueras. Todo hace pensar que no, aunque la crispación y el ruido mediático sugieran lo contrario. Es un abogado, mucho mejor preparado que Carles Puigdemont, que sabe perfectamente el terreno que pisa y desde luego no tiene madera de héroe.
El discurso y los gestos que hace se dirigen a la CUP, el partido bisagra que le ha permitido ser investido, igual que ocurrió con Puigdemont. ¿Podría hacer algo distinto? Y lo mismo se podía decir de la ANC, que es el auténtico motor del independentismo más fanático y nocivo. No le queda más remedio que rendir pleitesía a quienes le han elegido. Pero de ahí a pensar que se pondrá la soga en el cuello y se limitará a ser un pelele hay un abismo. Puede ocurrir lo contrario. Es posible que cuando le coja el gusto al poder, termine desplazando al fugitivo de Berlín. De momento la situación institucional se normaliza; se desbloquea la legislatura en Cataluña; se aprobarán los Presupuestos y no sería de extrañar que Rajoy le recibiese en Moncloa. Por tanto, no hay que precipitarse. De vez en cuando, los locos aciertan.