Firmas

Volver a empezar

Foto: Reuters.

¿Sería posible retomar la fusión entre Bankia y La Caixa que no fue posible en 2012 por la crisis? ¿Por qué no? Si se analiza la operación es fácil colegir que sería la fusión bancaria más conveniente para el sector. Desde el punto de vista político, sería la primera iniciativa de integración entre Catalunya y España.

En diciembre de 2011, esta fusión estaba casi hecha. Rodrigo Rato llegó a comunicársela a Mariano Rajoy e Isidro Fainé hizo lo propio con Artur Mas, presidente de la Generalitat. Ambos políticos recibieron esperanzados el proyecto. Sin embargo, el 20 de enero del 2012 Rato dio marcha atrás. La razón fue que no le aseguraban una presidencia alternativa. Pensó que sus antiguos colaboradores, Cristóbal Montoro, que acababa de ser nombrado ministro de Hacienda, y Luis de Guindos, de Economía, le ayudarían a resolver sus problemas. Un error histórico, de los muchos que se cometieron aquellos días.

Ahora las cosas son distintas. Bankia está saneada, magníficamente gestionada por Goirigolzarri y tiene la necesidad de privatizarse. Solo así la reforma financiera podría quedar cerrada. Para La Caixa, las ventajas serían igualmente poderosas: consolidaría su liderazgo en España; terminaría de afrontar su ajuste; y superaría definitivamente los recelos que surgieron con motivo del proceso independentista que tanto daño le ha hecho.

La historia dice que cuando una operación tiene sentido empresarial se termina haciendo, y ésta lo tiene. Sería como la película de José Luis Garci, Volver a empezar (1982). Si aquella obra fue merecedora del primer Oscar del cine español, tal vez esta fusión merecería los aplausos del BCE, que insiste en acelerar las fusiones para ganar el tamaño óptimo para competir en un mercado europeo cada vez más integrado.

Un primer paso para afrontar en el futuro operaciones más ambiciosas. Esta operación, de llevarse a cabo, permitiría al Estado recuperar una parte importante de los 27.000 millones que Bankia recibió como ayudas públicas. Lógicamente, esto hace que entidades como BBVA y Sabadell tengan mucho que decir. Pero como pasó con Popular, la única manera de hacerse oír es presentando una oferta como el Santander. Lo importante es que el agua se mueva y no quede estancada.

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