Firmas

La delgada línea amarilla

Foto: Archivo

En este Primero de Mayo, los secretarios generales de CCOO, Unai Sordo, y de UGT, Pepe Álvarez, no acudirán a la tradicional manifestación del día del trabajo con el lazo amarillo ni pedirán la liberación de los presos políticos catalanes. Tampoco permitirán que nadie exhiba una pancarta en la que se lea "España nos roba". Al contrario, se mostrarán superreivindicativos y hasta podrían amenazar con una huelga general.

Es mucho lo que se tienen que hacer perdonar y la mejor defensa es un buen ataque. Reivindicarán fuertes incrementos salariales y, por supuesto, mucho gasto público. No les queda más remedio que radicalizarse, para ocultar la deriva corporativista de los últimos años. Qué mayor desorientación que aliarse con el nacionalpopulismo, ideología que por su propia naturaleza es profundamente insolidaria.

Los dos saben que su presencia en la manifestación del día 15 en Barcelona hizo un tremendo daño reputacional a sus organizaciones. Con la participación de CCOO y UGT se visualizó la alianza de los sindicatos con la rebelión de los ricos. En contra de lo que sucede en Escocia, el independentismo catalán no tiene una fuerte base trabajadora. Cataluña no es solo una de las regiones más ricas de España, sino que el nacionalismo tiene más apoyo entre las rentas altas. Por eso es percibido como egoísta e insolidario. Si algo distinguió a la izquierda en general y a los sindicatos en particular ha sido la unidad y la solidaridad. Como en la película de Celso García, Sordo y Álvarez han pisado La delgada línea amarilla (2018).

Intentar hacer creer que Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o los Jordis defienden los intereses de los trabajadores catalanes es un insulto a la inteligencia. Es lo contrario: con su actuación no solo enfrentan a la sociedad catalana, y a los propios trabajadores, sino que han puesto en peligro el crecimiento y el empleo. Nada es gratis y la independencia puede salir muy cara a la clase trabajadora. Por ello resulta incomprensible el apoyo sindical a las manifestaciones o a los actos favorables a la autodeterminación. Ni Sordo ni Álvarez desconocen que una buena parte de sus afiliados se sienten españoles y catalanes, y, si no, que se lo digan a la sección sindical de Seat o de Renfe.

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