Firmas

Mini cancha política

Foto: Efe.

La actual vida política española va reduciendo el ámbito de su despliegue a terrenos y espacios cada vez más pequeños y de última hora. El escándalo que ocurre cada día, el grave empeoramiento de las condiciones de vida para una porcentaje cada vez más amplio de la población del país, la falta de perspectiva para la juventud o el empantanamiento de la situación que tiene lugar en Cataluña demandan un discurso, una propuesta o siquiera una reflexión capaz de atisbar más allá de los próximos cuatro años.

Y ese es precisamente el problema. Cuatro años es el intervalo de tiempo que las fuerzas políticas, sindicales y formadores de opinión se dan para posicionarse cara a los procesos electorales que vendrán a continuación. En el corto espacio temporal de cuatro años se agotan esfuerzos, trabajos, guerra de posiciones en el terreno mediático y perspectivas programáticas metidas con calzador en la mini cancha cuatrienal del quehacer político.

Esa actitud conlleva de manera implícita la aceptación del marco político al cual, a lo máximo y cara al electorado, se le recetan una serie de afeites y retoques más efectistas que de calado. Circunscritos a la mini cancha los jugadores y la cohorte mediática que les sigue pierden profundidad, capacidad de despliegue y sobre todo, de atractivo, incluso para el simple elector que vota por fidelidades, patriotismo partidario y demás filias y fobias inherentes a las consultas de ritual y carentes de entidad, tanto en el proyecto como en el lenguaje utilizado que podrían elevarlas de nivel, siquiera estéticamente.

Pensando en que ya falta solamente un año para las elecciones autonómicas y municipales, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, no se atreve a ejercer lo comprometido en el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; él es el presionado, no Mariano Rajoy.

Pensando en que falta solamente un año, el Partido Popular actual se ha enquistado en una Línea Maginot catalana. ¿Qué Cataluña va a quedar dentro de unos diez años? ¿Y qué España?

Pensando en que queda solamente un año para las elecciones, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, sigue bailando al son del chotis del autoproclamado bloque constitucional; no sale del ladrillo. Y la mini cancha comienza a inundarse de un lodo pegajoso y hediondo, que emerge de las cloacas del poder, la pasividad de los bienpensantes y la amnesia histórica: el franquismo con sus rituales culturales, sus lenguajes sorelianos y sus decisiones político-institucionales.

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