
El Gobierno vasco inaugura su fondo soberano dotado con 250 millones, adquiriendo el 1,24% del capital de CAF que estaba en manos de Kutxabank por 15 millones. El instrumento ha sido creado para garantizar el crecimiento y el arraigo de empresas vascas con potencialidad tecnológica y de internacionalización, como es el caso de CAF.
La participación es minoritaria y no influye en la gestión, pero levanta sospechas, porque se produce en un momento en que existe rumores sobre una posible operación corporativa del fabricante de trenes, un goloso caramelo para los gigantes del sector. Sea como fuere, no es función de un Gobierno interferir en las empresas privadas y menos en un mundo globalizado, en que su acción es limitada.