
Terminó el año 2017 con una excelente nota económica. Las afiliaciones a la Seguridad Social se incrementaron en 611.146, los trabajadores afiliados llegaron a cerca de los dieciocho millones y medio: un 3,4% más que en 2016. El paro descendió casi un 8%, situándose en 3,4 millones de personas. Esto supone cinco años de caída. Los contratos in- definidos crecieron más del 14%; y en el caso de los menores de 25 años superaron el 20%. El crecimiento económico de 2017 estará por encima del 3%, siendo el cuarto año en positivo. La inversión extranjera superó los 50.000 millones de euros: un 140% por encima de 2016. En total, se han invertido en España unos 130.000 millones de euros el año pasado. Las operaciones corporativas de fusiones y adquisiciones aumentaron un 6%, para alcanzar más de 1.200 en total. El Ibex 35, por su parte, cerró el ejercicio sobre los 10.000 puntos. Se terminó con dos años de caídas y se consiguió una rentabilidad del 7,4% respecto de 2016. El turismo rompió todas las barreras, acercándose a los 80 millones de visitantes extranjeros. También crecieron el consumo y los precios de las viviendas (en Madrid y Barcelona, principalmente). Y muchos otros parámetros hablan de la buena situación económica global de España.
El mundo también muestra datos positivos en crecimiento económico. Alrededor del 3,7% en global. Y la Unión Europea, aunque más tímidamente, creció cerca del 2%, siendo España uno de los que más lo hizo. Solo Italia dio la nota, no llegando al 1% de crecimiento económico. Todas las previsiones hablan de un buen 2018.
Sin embargo, como siempre, los datos globales no muestran los detalles. El hecho de que crezca el empleo o la economía no significa que disminuyan las desigualdades. El último informe de la Comisión Europea, publicado el pasado noviembre, alerta sobre las desigualdades en España, donde el 20% de los hogares más ricos tienen seis veces y media más ingresos que el 20% de los más pobres. Una cifra que es vez y media mayor que la media europea. Con la circunstancia de que casi el 15% de los hogares o no tienen trabajo o lo tienen muy precariamente. A lo que se suma el desempleo juvenil que, si bien ha mejorado ostensiblemente en 2017, es del 40%, mientras que la media en la UE no llega al 19%. Con el hecho de que más del 70% de los contratos son temporales, cuando en la Unión la cifra (en trabajadores entre los 25 y 49 años) es del 13%. A lo que hay que sumar la tasa de abandono escolar que, en España, se acerca al 20% cuando la media europea es la mitad.
La estrategia política de ganar tiempo pensando que los buenos datos económicos globales serán una garantía para futuras elecciones no deja de ser algo así como "ponerse una venda en los ojos". O para ser más castizos, lo que dice el refrán: "No hay peor ciego que el que no quiere ver". Ya lo hemos escrito en estas páginas varias veces: ni la economía, ni el PIB ganan elecciones. Solo la política, con una adecuada comunicación, es garantía de ventajas futuras. Ya que la economía, cuando se analiza en los detalles, muestra lo que encierra, y los datos económicos globales no son sino el bosque que no permite ver los árboles. Y en este caso, en España, el gran bosque económico, aunque goce de buena salud, tiene en su interior grandes zonas que necesitan importantes atenciones. Ahí están los muchos jóvenes que ven un incierto futuro, o las miles de familias que sufren la pobreza. Esto no se ve desde las alturas, ni desde las estadísticas.
Decir, como se ha oído en días pasados, que el problema de Cataluña ha costado al erario español 1.000 millones de euros, es no decir nada. El Ministerio del ramo tendrá datos contrastados, pero a buen seguro no tiene los costes de oportunidad que se han perdido en Cataluña en concreto, y en España, en general. Y esto enlaza con lo que apuntábamos antes: la economía en sus estadísticas globales puede mostrar un mundo feliz, sin embargo, la acción política en lo concreto deja mucho que desear. Todos los partidos políticos sin excepción están solo atentos a sus problemas internos y a la manera en que pueden obtener provecho de los fallos del contrario. Nadie mira las necesidades de las personas ni a corto ni a largo plazo. Si la marcha de la economía tiene mucho que ver con las expectativas, mucho más influyen las expectativas en la política.
El PP ha iniciado un brusco movimiento a la baja. Será mucho más acusado en las elecciones generales. El PSOE ni está ni se le espera, aunque siga enganchado a Podemos que, al igual que el PP sufrirá un importante descalabro. Solo Ciudadanos tiene el activo de las expectativas, pues se ha adueñado de dos importantes bazas de capital político. Una del PP: la unidad de España. Y otra del PSOE: la igualdad de los españoles. Si lo gestiona adecuadamente, será el evidente ganador en poco tiempo. Los independentistas seguirán haciendo lo único que saben hacer: crear pobreza y crisis sociales.