
Desde hace años, Globalia considera una prioridad el relanzamiento de su negocio de buses, ahora limitada a pequeñas rutas (como la que conecta las terminales de El Prat) y aquejada de fuertes caídas del beneficio.
Sin embargo, el balance es muy negativo. Desde 2012, solo ha ganado una concesión (la que concierne a la línea Alicante-Cartagena-Murcia), lo que demuestra sus dificultades para ser competitivo a la hora de ofrecer un servicio con la calidad suficiente.
Pero aún más grave es que el grupo busque atajar esa deficiencia recurriendo a bajas temerarias, de hasta el 50%, en sus ofertas. En los concursos de líneas de bus factores como la seguridad deben ser primordiales y no se deben desvirtuar, convirtiéndolos en meras subastas.