
Las elecciones del jueves en Cataluña son una encrucijada en la historia de España. Se estudiarán en las escuelas en menos tiempo del que tardaremos en digerir sus resultados. El panorama es tan incierto que hacer pronósticos sobre la elección que arrojen las urnas resulta un riesgo analítico que nadie se atreve a realizar. Pero hay algunas claves que están más o menos claras y permiten especular con lo que será políticamente esta comunidad autónoma de España en los próximos años. EN DIRECTO | Siga la última hora sobre las elecciones de Cataluña del 21D.
Podría ganar la candidata de Ciudadanos Inés Arrimadas, pero todo apunta a que si se puede formar un gobierno volverá a ser independentista o a tener independentistas en su seno. Las posibles mayorías que se pueden formar con las encuestas en la mano son más numerosas y factibles del lado soberanista que del constitucionalista. Podría darse la situación de que por vez primera en la historia de Cataluña no gane un partido nacionalista, pero que el ganador no pueda ejercer la labor de gobierno por no encontrar la mayoría suficiente en la que apoyarse.
Aceptamos por tanto que el govern puede seguir en manos de quienes nos han traído hasta aquí. La clave será que ese gobierno autonómico catalán, nacido de la legitimidad constitucional por mucho que repitan lo contrario los secesionistas, respete las leyes del país al que pertenece y seguirá perteneciendo.
Podrán repetir su presidente y sus consejeros un y mil veces que van a poner en marcha la república que ansían, podrán realizar manifestaciones inverosímiles como las de estos días de efluvios electorales, podrán llevar lazos del color que deseen o reunir a sus seguidores cuantas veces quieran en la Plaza de Sant Jaume. Todo estará permitido en un país libre como éste, excepto un nuevo incumplimiento de la Constitución. Los miembros del futuro govern, si son independentistas, ya conocen el camino que seguirán si ponen en marcha una sola medida ilegal más: el cese fulminante con autorización del Senado de España, el Tribunal Supremo y alguna de las penitenciarías de nuestro país.
Sabemos además que el PSC no hará presidente a un independentista. Miquel Iceta y sus colaboradores lo han afirmado durante la campaña con una rotundidad que es necesario creerlos. La duda es de qué manera aceptaría el PSC que los independentistas renieguen de esa condición para apoyarlos. Donde colocará el listón de esa exigencia.
La abstención puede ser otras de las claves, pero a partir del 22-D. Lo será la de los votantes un día antes, que parece será considerablemente baja, pero la que podría ser determinante es la de los partidos. Una abstención en la investidura de un determinado candidato o candidata puede evitar nuevas elecciones, aunque no se esté de acuerdo con los planteamientos del presidenciable. La de Cataluña En Comu podría hacer presidenta a Arrimadas, aunque esta posibilidad nos suene a ciencia ficción.
Por desgracia, seguirá el estado cercano al odio en Cataluña. El que se ha inculcado durante décadas. Esto lo tenemos instalado por una o dos generaciones más, siendo optimistas. Al salir a la luz todo lo relacionado con el supuesto asesino de los tirantes con los colores de España, muchos españoles mal informados habrán comprendido lo profundo de este problema. Y seguirán previsiblemente los vetos de todos contra todos, una cultura política en la que nos ha tocado movernos en esta etapa de la democracia española que sólo pasará a la historia cuando lo hagan los actuales dirigentes de los partidos.
Cuando en España los candidatos ganador y perdedor de unas elecciones aparezcan la noche electoral juntos con sus parejas celebrando la fiesta democrática del país, cuando en España la presidenta saliente felicite al ganador del partido rival al suyo por teléfono y ante las pantalla de televisión, España estará más cerca de Chile, sí, pero también de la normalidad y la educación como ejemplos a la ciudadanía.