
El pasado 2 de octubre se cumplieron los 20 años del Tratado de Ámsterdam (TA). Aunque su contenido se debatió en la reuniones del Consejo Europeo, que tuvieron lugar en la referida ciudad los días 16 y 17 de junio de 1997, el Tratado fue firmado en octubre por los Jefes de Estado y de Gobierno de los 15 países que entonces formaban la UE. No obstante, su entrada en vigor se retrasó hasta el 1 de mayo de 1999.
Por la importancia que ha tenido este Tratado en el proyecto de consolidación de la UE, nos parece que es importante recordar sus aportaciones, y más en estos tiempos en los que de tantas maneras se olvida lo que caracteriza al proceso europeo.
En palabras del entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, en este Tratado "se establecen las bases de la Europa que queremos construir para el siglo XXI. Este Tratado define las normas que deberán respetar los gobernantes y establece los derechos de que gozarán los ciudadanos. Por ello, los Jefes de Estado y de Gobierno (...) han procurado que este Tratado responda a las motivaciones actuales de los europeos". A pesar de los éxitos económicos que, según el texto del Tratado, hacían que "la Unión fuera la mayor entidad económica del mundo", la situación laboral en el año 1997 con 18 millones de parados, con un nivel preocupante de desempleo de larga duración y con una cuarta parte de jóvenes que no encontraba trabajo, no permitía una complacencia económica. Por esta razón, por primera vez en un Tratado comunitario se estableció como objetivo principal que "el empleo y los derechos de los ciudadanos deben ser el eje de la Unión".
En el TA se recogen las principales conclusiones sobre el tema del empleo que, según consta en la correspondiente publicación de la Comisión Europea, se debatió ampliamente en el Consejo Europeo que le precedió. Desde un punto de vista teórico, la estrategia que se propone en el Tratado para combatir el paro sigue teniendo plena actualidad pero, como la política de empleo es competencia de los Estados nacionales, son ellos los responsables últimos de los aciertos o fracasos de la aplicación de las medidas propuestas a nivel comunitario, a pesar de que en el nuevo Tratado se ha intentado una mayor coordinación de las políticas de los Estados miembros.
Otro de los objetivos establecidos por el Tratado de Ámsterdam ha sido la ampliación de las competencias del Parlamento Europeo, impulsando un paso más en la democratización de su estructura. Aunque en el Tratado de Maastricht se introdujeron ya algunos sectores en el proceso de codecisión del Parlamento y el Consejo, el TA lo amplió a casi todos los sectores, aumentando así las competencias del Parlamento en relación con las solicitudes de adhesión, en la aprobación de algunos acuerdos internacionales y en la elección de los diputados. Además, se le concedió la facultad, compartida con los Jefes de Estado y de Gobierno, de elegir al Presidente de la Comisión. En una entrevista el Sr. Gil Robles, que era en aquellas fechas el presidente del Parlamento Europeo, reconoció que el Parlamento había sido reforzado por el TA y que la relación con los Parlamentos nacionales estaba experimentado una evolución muy positiva.
Con estos cambios institucionales se pretendía también facilitar la realización de otro importante objetivo: la ampliación de la Unión a los 11 países candidatos de la Europa Central y Oriental. Esta decisión supuso un paso fundamental para hacer realidad una Europa reconciliada, pacífica y democrática, perspectiva viable por la caída del muro de Berlín, que acabó con el telón de acero y con la Guerra Fría.
Además de estos factores, en el TA se dio mucha importancia a la propuesta de "crear un espacio de libertad, seguridad y derecho". Por ello se propusieron medidas que favorecieran conseguir una presencia más comunitaria en cuestiones civiles y regulatorias en relación con la libre circulación de personas, así como en los procesos de decisión en el trabajo conjunto de la policía (Europol) y de la justicia, simplificando el mecanismo sancionador (aunque en las decisiones debería intervenir también el Parlamento). Por último, se incorporó en forma de protocolo el Acuerdo de Schengen.
Tal como indiqué en el artículo que se publicó el pasado mes de abril en este diario acerca de los "aniversarios europeos" que tendrían lugar a lo largo de 2017, el recuerdo del XX aniversario del TA podría ser también una oportunidad más para reavivar y profundizar la actualización del proyecto europeo.