Firmas

Los peligros del monóxido de dihidrógeno

Imagen: Dreamstime.

La campaña contra la emisión de CO2 a la atmósfera no debe suspender nuestra atención acerca del uso y abuso de monóxido de dihidrógeno (MODH), cuya aspiración accidental mata cada año a miles de personas sin que los gobiernos, especialmente el de los EEUU, hagan nada por evitarlo.

En su forma gaseosa produce quemaduras severas, aparte de contribuir a una fuerte erosión de los paisajes naturales y a la corrosión de muchos metales, siendo el principal componente de la lluvia ácida. Grandes cantidades de MODH se han encontrado en arroyos, lagos y otras reservas hídricas, incluso en los hielos de la Antártica. Los industriales, insensibles al problema, arrojan sin recato sus residuos de MODH a los ríos y los lagos y nada puede hacerse para evitarlo porque esta práctica sigue siendo legal.

En estos términos se expresaba un manifiesto leído por un alumno a sus compañeros de segundo curso de Bachillerato Internacional del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid. Un manifiesto que terminaba con estas palabras: "¡El horror ha de ser detenido!". Una vez leída la proclama, el redactor se dirigió a sus condiscípulos y les preguntó: "¿Quiénes estáis dispuestos a firmar este manifiesto?".

De un total de 60 estudiantes, 48 estuvieron en disposición de firmarlo en el acto, 10 pidieron tiempo para estudiarlo y dos alegaron que el manifiesto era una broma de mal gusto. Preguntados los dos disidentes en qué se basaban para afirmar tal cosa, uno de ellos se levantó y dijo: "Porque el MODH es agua" y, luego, entre risas, y con humor no exento de desprecio, añadió: "¡¡Gilipollas!!".

De esta imaginativa e inteligente broma colegial podemos, pienso yo, sacar algunas conclusiones aplicables a nuestra exagerada candidez de simples mortales a la hora de escuchar a los apocalípticos y a los manipuladores mediáticos a su servicio cuando pretendan acoquinarnos a cuenta de nuestras supuestas culpas con la Naturaleza, a la cual, según ellos, maltratamos. Es preciso huir de la manipulación como de la peste.

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