
Después del puente de la Virgen de la Paloma empezarán los movimientos parlamentarios en torno al intento de que haya un referéndum en Cataluña en 1 de octubre. O no. Sólo el paso de los días resolverá la duda sobre el calado del desafío ilegal, si llega a convocarse la consulta y a disponerse los medios que requiere, o sus promotores se vuelven a sus escaños autonómicos por temor a las inhabilitaciones y responsabilidades patrimoniales que a buen seguro llegarían antes o después.
La respuesta jurídica está preparada, sea cual sea el alcance de lo que en esta segunda quincena de agosto se disponga desde el Palau de la Generalitat. La maquinaria del Estado no está de vacaciones y el recurso será automático. Será rápida la impugnación a la aprobación exprés, sin debate y a la venezolana, de las normativas catalanas que pretenden regular la consulta. Nadie tiene duda alguna al respecto. El intento quedará prohibido con la Constitución en la mano.
Situándonos en la hipótesis más probable, la que defiende que no habrá referéndum alguno el primer día de octubre, sí se pueden adelantar algunas situaciones plausibles en la España posterior a esa fecha que marca el futuro inminente de la política de nuestro país. Desde el gobierno habrá un nuevo intento por abrir contactos con el Govern, ofreciendo lo mismo que se ha ofrecido en estos años: negociación política sobre los puntos del estatuto que pueden ser mejorados, revisión de la financiación de Cataluña y mejora de la inversión pública en esa Comunidad Autónoma. Todo previsible y sin sorpresas.
La posición que adopten los independentistas que han llegado hasta aquí, tan lejos y tan cerca, en el escenario posterior al fallido referéndum. De ellos dependerá afrontar un camino similar al del PNV y recoger los frutos de igual manera, o todo lo contrario.
Las campañas de desobediencia irán a más. La CUP ha propuesto a través de sus carteles barrer del territorio catalán todo aquello que ellos consideran que sobra: al Corona, el Real Madrid, la Iglesia, el Banco Santander, el PP... Y perseverará en esa estrategia radical mientras tenga representantes parlamentarios, poro pocos que sean. Veremos si este nuevo filón sobrevenido del rechazo al turismo se mantiene en los mismos términos que durante este verano en que estalló la fobia a un sector que da de comer a millones de trabajadores.
¿Moción de censura PSOE-Podemos?. Otra de las grandes dudas. Sus firmantes necesitarían el apoyo de los independentistas, cosa que el PSOE parece tener decidido que no se producirá. Algunos barones como García Page creen que sería un pacto espurio, y que la forma natural de desalojar al PP del gobierno es sacando más votos en las próximas generales, sean cuando sean. El experimento de Castilla La Mancha con la entrada de la formación morada en el ejecutivo socialista, va a ser mirado con lupa como banco de pruebas no ya de una muy difícil moción de censura sino del más que posible pacto de gobierno entre los dos partidos en el futuro, en caso de que los números permitan esa opción hasta ahora inédita.